Como una tromba, Isabel Carmona recorre los pasillos de un sofocante edificio prefabricado, que por falta de presupuesto por casi cuatro décadas ha sido la “sede provisional” de la escuela deAdministración y Contaduría de la Universidad Central de Venezuela, la mayor y más antigua del país.
Carmona se dedica incansablemente a asesorar a profesores y estudiantes, dirigir estudios de postgrado y hasta a resolver problemas administrativos como la falta de insumos, entre ellos los que obligan a los estudiantes a tolerar la molestia de recibir clases en aulas que tiene años con el aire acondicionado dañado.
Ese esfuerzo no parece hacer mella en Carmona, una profesora jubilada de 61 años, que sigue impartiendo clases en una de las escuelas más golpeadas por otro tipo de escasez, aún más determinante, la falta de docentes
Sumida en una crisis económica con una inflación galopante, severos problemas de escasez de alimentos y bienes básicos y una contracción del aparato productivo que tiende agravarse, han convertido a Venezuela, otrora una nación receptora de inmigrantes, en un territorio inhóspito para los empleados de alto nivel que se van del país en busca de mejores condiciones de vida.
Los profesores universitarios, sobre todo los mejores calificados, se han sumado a esa fuga de cerebros, ahuyentados por tener en su mayoría ingresos cercanos al salario mínimo mensual como consecuencia de crónicos presupuestos deficitarios y la tardanza del gobierno en aprobar aumentos distintos a la escala más baja.
Recién el 6 de junio, en un esfuerzo por evitar un paro nacional, el gobierno aprobó un incremento entre 30% y 70%, que muchos catalogan de insuficiente.
“Algunos profesores han decidido retirarse, se van para el exterior y empiezan a ganar en dólares; otros se van para empresas privadas, piden trabajar a tiempo parcial”, dijo Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela, o UCV, a la Associated Press.
La deserción de muchos profesores comienza a poner en riesgo la calidad de la educación superior y constituye una amenaza para el funcionamiento de las principales casas de estudios de Venezuela. Trabajos de investigación y asignaturas básicas frecuentemente quedan en suspenso “por no contar con un profesor para esto”, dijo Jazmín Palermo, estudiante de economía de 25 años.
De acuerdo con cifras de las cinco universidades públicas más grandes del país, unos 1.600 profesores renunciaron a sus cátedras en los últimos cuatro años. La Federación de Profesores está realizando un censo para dar cifras completas del sector a más tardar en julio, que incluiría todas las universidades públicas.
Según Márquez, más de 700 profesores en el caso de la UCV se han ido desde 2011 de un total cercano a los 4.000 docentes activos que tenía para entonces y más de 400 en la Universidad Simón Bolívar. El sueldo “no me alcanza, así de simple; pero el problema no es ese, el problema es el poco valor que tiene el profesor universitario” en la sociedad venezolana, agregó.
“Esta escuela que es la escuela que forma a los administradores de negocios, que forma a los contadores, no tiene personal de planta y con sueldos tan bajos, ¿cómo le dices a una persona joven ‘quédate aquí dando clase?”’, aseveró.
Varios profesores consultados, como Márquez y Rodríguez, que llevan años en la academia coinciden en decir que dos décadas atrás un profesor de la UCV devengaba un sueldo equivalente a 20 o más salarios mínimos y, ahora, el que más gana recibe el equivalente de dos salarios mínimos.
Para algunos profesores entrevistados, incluso, es un lujo comprar un libro en meses, coincidieron varios profesores consultados.
El déficit de profesionales universitarios con doctorados en otros países también ha contribuido al aumento de la fuga de profesores venezolanos, quienes están recibiendo ofertas de varios lugares del mundo.
Entre los oferentes está Ecuador, donde crearon un novedoso programa para combatir la fuga de cerebros con miras a darle a su país la posibilidad de competir a nivel mundial. Ese proyecto también contempla la importación de cerebros, ya sea de ecuatorianos en el exterior o de extranjeros./Con información del periodista Jorge Rueda/AP
Fuente: DC|2001