“Entonces aparece a la intemperie
la seca reflexión de su cara
en el espejo de su sombra”
Juan Liscano
Mil veces citado, Milan Kundera iniciaba una de sus más conocidas novelas con aquello de la lucha contra el poder dirimida por la de la memoria contra el olvido. Décadas atrás, nadie podía imaginar que la vieja Europa Oriental se transformaría en la nueva Venezuela, a pesar de las variaciones.
Días atrás, fueron trasladados los restos simbólicos de Pedro Camejo al Panteón Nacional como ocurrirá también con los restos materiales de Armando Reverón. Se dirá de un acto diligente, solapándose la realidad de un Estado Olvidador que aparenta resguardar la memoria, mientras que la hiere y borra: bastará con apreciar el debate que se dio en la Asamblea Nacional para concluir en la autorización de ambos y muy justos traslados, destacando el repertorio gubernamental de mentiras.
Opera realmente una bastarda manipulación propagandística de acuerdo con los fines más sagrados del régimen, no otros que los de su preservación a toda costa. El pasado únicamente es aceptado por inventario, tratando de incidir en la más profunda escolaridad.
El mejor recurso no consiste no sólo en tapar (y taparear) sus inmoralidades actuales o las de un pasado que ya es bien ancho, pues se trata de década y media en el poder, incluyendo la violación de la Constitución que impuso, sino en dejar que muera la prensa: la de ahora y – muy fundamentalmente – la de antes. Todas las hemerotecas que dependen directamente del gobierno, están dejadas a su suerte y ni por una casualidad, se toman previsiones medio-ambientales, de digitalización u otras que eviten el olvido, pues, abaratando la tarea, el papel se deshace, la tinta se borra, el polvillo se limpia.
Muy cercano el centenario del nacimiento de Juan Liscano, recordamos que, junto a Arturo Uslar Pietri, entre otros, formó parte del grupo llamado Los Notables que contribuyó al diagnóstico cierto de un país, como al impacto de un pesimismo que caló hondo yendo o forzando la ida hacia Chávez Frías (y compañía) como la solución ideal. Se les pasó la mano, no nos cabe dudas, pero constatamos algo no menos cierto: la situación es peor de la que les tocó denunciar a los notabilísimos,, teniendo por diferencia éstos y sus equivalentes hoy no tendría ni tienen escenario posible, gracias a la abierta persecución y represión.
DC / Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganJ
Fotografía: Arturo Uslar Pietri y Juan Liscano. Archivo de El Nacional. ¿Imaginaron alguna vez Los Notables quiénes sería los beneficiarios de sus ácidas críticas a la postre? ¿Existen hoy otros notables? ¿Cuándo se da ese fenómeno?