Si Jeb Bush llegara a ser presidente de Estados Unidos, sería el tercero de su familia en hacerlo, y aunque por sus venas no corre sangre latina, probablemente sería el «más hispano» en llegar a la Casa Blanca, a juzgar por su biografía.
De hecho, Bush, que este lunes hará oficial su aspiración a la candidatura por el Partido Republicano con un evento en Miami, en 2009 se definió como «hispano» en el registro electoral de 2009.
Luego dijo que se trataba de «un error», porque obviamente el aspirante presidencial republicano sabe que en su ADN hay poco de hispano y, sobre todo, porque mentir en un documento oficial puede generarle problemas a alguien que, como él aspira, a la presidencia.
Aunque no sea hispano, Bush presume de sus vínculos con la comunidad: habla español, pasó dos años de su juventud trabajando en Venezuela y está casado con una mexicana, que conoció durante una estadía en León (Guanajuato).
Además, se graduó en Estudios Latinoamericanos e hizo fortuna de la mano de un empresario cubano en la también bastante latinoamericana Miami antes de llegar a ser gobernador de Florida (1999-2007) con un 61% del voto de los hispanos.
Es decir, su biografía induce a pensar que sí tiene una conexión clara con América Latina. Tanto, que sus hijos sí son hispanos.
Y aunque todo va mucho más allá de una mera estrategia electoral, no cabe duda de que mientras todo lo relacionado con lo hispano sigue ganando influencia en la política estadounidense, esa es una baza que va a jugar el que quiere ser el tercer Bush en la Casa Blanca.
Bush celebró la pasada fiesta del 5 de mayo con un video en que hablaba de sus profundos lazos con México, más que nada porque de ese país es su esposa, Columba.
«Mi familia tiene fuertes lazos con México y yo tengo un gran respeto y cariño por nuestros vecinos», dijo Bush en el video compartido por redes.
La pareja se conoció en 1970, cuando él tenía 17 años y ella 16. Bush pasó un verano en León como parte del programa de intercambio de su escuela secundaria.
Ese momento lo marcó tanto que suele decir: «Mi vida puede definirse en una manera real y potente, que es a.C y d.C.: antes de Columba y después de Columba».
Poco después de casarse, en 1974, la pareja se mudó a Venezuela. Bush recibió el encargo de abrir la sucursal del Texas Commerce Bank, entidad fundada por James Baker, un amigo de su padre que más tarde sería su jefe de gabinete, secretario del Tesoro y secretario de Estado.
De sus dos años en Caracas poco se sabe. En un reciente discurso sobre política exterior, Bush los presentó como una de sus credenciales en el área diplomática.
«Una de mis experiencias más formativas», dijo del país que en esa época vivía lo que se llamó «Venezuela saudita», años de opulencia gracias al embargo al petróleo árabe tras la «Crisis del petróleo» de 1973.
Como anécdota, Bush explicó que, con una recién nacida y un bebé de año y medio, se vieron obligados a regresar a los pañales de tela porque los desechables costaban un dólar cada uno y no se lo podía permitir.
«Eso estaba bien, excepto porque teníamos agua (…) durante una hora como unas tres veces al día», agregó.
La experiencia, dijo Bush, le sirvió para «ver Estados Unidos desde fuera».
«Vimos a Venezuela alejarse de EE.UU. como parte del llamado movimiento de los no alineados. Yo representé al banco en el Pacto Andino, y muchos de (sus miembros) también se estaban alejando».
Tras su experiencia venezolana, dejó la banca y regresó con su familia a Houston, donde trabajó en 1980 como voluntario en la fallida precampaña presidencial de su padre, que perdió la nominación republicana frente a Ronald Reagan, del que luego fue vicepresidente.
Eso incluyó trabajar en las primarias de Florida muy cerca de la comunidad cubana. Y allí terminó mudándose poco después, en 1981.
A Miami llegó «tan quebrado que usaba su American Express para pagar la Master Card», afirman los periodistas Alecia Swasy y Robert Trigaux en un extenso perfil publicado en 1998 por en el San Petersburg Times.
El perfil se titula «Make the money and run», que se podría traducir como «Haz dinero y postúlate», pero en inglés es casi idéntico al título de la primera película de Woody Allen «Take the money and run», es decir, «Toma el dinero y corre».
Según Swasy y Trigaux, Jeb Bush aprovechó su llegada a Florida para hacer lo que su hermano, padre y abuelo: hacerse rico para luego dedicarse a la política.
Algo así fue lo que pasó, gracias a su asociación con Armando Codina en el negocio inmobiliario.
En 1984, empezó su carrera política, en la que hasta ahora tiene como máximo logro el haber sido gobernador de Florida entre 1999 y 2007.
Desde que dejó la gobernación de Florida, no ha hecho más que especularse sobre su futuro político. En 2008 dijo estar pensándose su candidatura al Senado, pero terminó apoyando al joven cubanoamericano Marco Rubio, con el que ahora deberá disputarse la precandidatura republicana.
La fuerte marca que todo lo latinoamericano tiene en la vida de Jeb Bush hace pensar que, de llegar a la presidencia, la política hacia la región ocupará un lugar algo más prominente que para sus antecesores.
Para hacerse una idea del rumbo que adoptará, hay que partir de que fue siempre muy crítico con el fallecido presidente Hugo Chávez y con el «bloque bolivariano».
Y que, como dijo recientemente: «El foco debe regresar al tratado de libre comercio de las Américas» como una fuente de «enormes oportunidades».
Bush pone a Colombia, Chile, Perú y «hasta cierto punto» México como los ejemplos de países que han apostado por crear las condiciones económicas para que la población pueda aspirar a prosperar.
Y considera que quienes han apostado por el protagonismo del Estado son los que «están teniendo problemas».
Para él, un ejemplo de éxito en política para América Latina es el «Plan Colombia» y considera que debería ser la estrategia a seguir para Centroamérica. «Ese es el papel correcto que debe jugar Estados Unidos para la región», dijo.
Para Bush, eso demuestra que «la implementación adecuada del capitalismo de mercado es el mejor sistema jamás creado».
«Estados Unidos se ha retirado de la región y el hueco está siendo llenado por otras potencias, en especial China, que busca recursos, no necesariamente movida por el liberalismo».
Sobre el reciente proceso de deshielo de la política estadounidense hacia la isla, Bush lo considera un error en los términos en que ha sido gestionado por el gobierno de Obama.
El exgobernador, que se muestra a favor de estar en contacto con las autoridades cubanas para expresarles la expectativa de un cambio de políticas, critica el secretismo con el que se inició la negociación, «sin haber consultado al Congreso» y «sin obtener nada a cambio».
Y tampoco está satisfecho con la oportunidad del momento elegido: «Si se hubiera esperado, si hubieran sido serios con lo de crear el clima para una Cuba libre, las dificultades económicas de todos modos hubieran llevado a Cuba a la mesa de negociación».
«Con el petróleo a 45 dólares», dijo Bush en febrero pasado, «Venezuela está cerca del Estado fallido. Y si Venezuela colapsa, lo primero que pasará es que van a tener que abandonar el Petrocaribe, un significante subsidio para el régimen cubano».
Por el Petrocaribe, Cuba recibe unos 200.000 barriles de petróleos diarios a cambio de servicios médicos, deportivos y en seguridad.
«Y Cuba probablemente va a tener que retirar a bastantes de los agentes de seguridad que tiene en Venezuela. Un poco de paciencia me parece que hubiera tenido mejor resultado».
Bush no oculta su posición a favor de una profunda reforma de las normas migratorias para abrir el camino a la regularización de su situación, algo que contrasta con las posiciones más conservadoras del partido republicano.
Para Bush, la estructura demográfica del país es lo que hace tan importante una reforma migratoria. «La raza no es parte de la identidad nacional. Somos tan diversos como se puede ser. Y eso es una enorme fortaleza».
«EE.UU. tiene potencial de ser joven y fuerte de nuevo», dijo.
Ahora que se ha decidido a dar el paso para tratar de convertirse en el tercer presidente de la familia, lo primero que necesita es ganarle la candidatura republicana a, entre otros, dos «hispanos».
Sus contrincantes hispanos son los cubanoamericanos y senadores del extremista Tea Party Ted Cruz y Marco Rubio.
Claro que con las posiciones de Cruz y Rubio sobre inmigración –a favor más bien del cierre de fronteras–, Bush es seguramente el más moderado, el más «hispano» de los tres: al menos en lo que se espera de sus programas.
Fuente: DC|BBC