En enero de 2010 un terremoto en Haití cobró la vida de 230.000 personas, dejó más de 700.000 refugiados y una de las mayores muestras de descomposición social del mundo, como lo es las violaciones a mujeres, en este caso a menores de edad que quedaron huérfanas luego de dicha catástrofe.
En este país creció más del 90% la tasa de drogadicción, el desempleo y la violencia en menores de edad, quienes se ven obligadas a vender su cuerpo para poder adquirir agua potable y comida en el campo de refugiados en donde residen.
Uno de los habitantes del campamento más peligroso de Haití, al que llaman «La Casa del Diablo», confesó que viven en un país sin ley, «en donde los policías son ladrones» y allí habitan aproximadamente 2.800 personas que viven en las peores condiciones posibles, donde las niñas de 9 o 10 años “a diario hacen sexo por dinero”, porque perdieron a sus familias durante el terremoto.
En ese sentido, afirmó que a pesar de que el mundo envía mucho dinero a Haití, la corrupción que vive el país hace que las personas sigan viviendo como animales a pesar de que ya pasaron varios años del hecho.
Al no tener acceso a un empleo, las personas que habitan los refugios no pueden cambiar la terrible condición en la que viven.
Desde los ocho años la niñas deben prostituirse para mantener a sus hijos, productos de estas vejaciones, «Vivimos aquí desde el 2010, hacemos cosa que no deberíamos para poder vivir, como prostituirnos ya que no podemos vivir como antes» (…) «Llegan los hombres drogados y nos golpean, hay muchas mujeres heridas pero ninguna asesinada», aseguró una de ellas.
Según cifras oficiales, más de 200 mil niñas viven en calidad de refugiadas en Haití, «A dos años del terremoto, la condición de la vivienda y la promiscuidad en las niñas, son cosas que preocupan ya que este tipo de ‘socialización’ va a traer muchos problemas para la sociedad», indicó el Sociólogo de la Universidad de Haití, Jean Rénol Elie.
El proceso de descomposición social atraviesa todas las clases sociales del país, ya que las niñas de las elites haitianas también están siendo abusadas.
DC | 2001