El momento más emocionante ya pasó, pero la misión está lejos de haber concluido: en los próximos 16 meses la nave -ahora en camino hacia otros objetos del cinturón de Kuiper- irá enviando todo lo que registró durante su expedición, e interpretar estos datos puede demorar años.
Pero además de este proyecto, hay otros variados y emocionantes que prometen asombrarnos con sus aportes en los próximos años.
Te contamos cuáles son y por qué vale la pena estar pendientes.
¿Hay o hubo vida en Marte? Esto es, básicamente, lo que la misión ExoMars, un programa conjunto de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y la rusa Roscosmos intentará responder.
Si la hubo, lo más probable es que existiese en los primeros mil millones de años después de que se formó el planeta, cuando su superficie era más cálida y más húmeda de lo que es hoy día. Por eso el objetivo consiste en buscar señales de vida pasada.
El año que viene la ESA enviará una nave para tomar muestras de la atmósfera marciana y, en 2018, enviará un vehículo de seis ruedas que puede de perforar el suelo hasta dos metros de profundidad, a fin de buscar materia orgánica preservada de la intensa radiación que recibe su superficie.
Aún no está definido el sitio exacto en el que aterrizará el vehículo, pero lo hará en una zona que muestre evidencias de erosión acuática en el pasado.
Si la misión Rosetta, exitosa en su propósito de posar por primera una sonda espacial sobre un asteroide, te pareció ambiciosa, ésta te va a dejar sin aliento.
El plan de la Misión de Redirección de Asteroides (ARM, por sus siglas en inglés) de la NASA consiste en identificar, capturar y trasladar un asteroide a una órbita alrededor de la Luna para que astronautas en un futuro puedan acercarse y obtener muestras.
a misión está aún en fase de planificación, pero si logra obtener financiación, se iniciará en 2020.
El análisis de estas rocas espaciales puede aportar datos claves sobre los orígenes del Sistema Solar, dicen los defensores del proyecto.
Por otra parte, la misión contribuiría a desarrollar tecnología que podría ser útil para desviar a cualquier asteroide peligroso que se dirija hacia la Tierra, añaden.
La NASA tiene entre ojos a seis posibles asteroides, aunque todavía no han decidido cómo atraparán al elegido. Una de las posibilidades incluye envolverlo en una bolsa inflable.
La ESA tiene previsto enviar en 2022 una nave al espacio para estudiar las lunas heladas de Júpiter.
La nave, que se tardará cerca de 8 años en llegar, sobrevolará Calisto y Europa antes de posarse en Ganímedes, la luna más grande del Sistema Solar.
Ganímedes es la única luna del Sistema Solar que genera su propio campo magnético.
La sonda hará observaciones durante tres años.
Se cree que bajo la capa helada de estos satélites hay océanos de agua líquida.
Con fecha de lanzamiento prevista para 2018, el Solar Orbiter (ESA) será el primero llegar a la distancia más cercana al Sol, orbitando a tan solo 42 millones de kilómetros de la estrella.
Allí, la intensidad de la radiación solar es 13 veces superior a la que llega a nuestro planeta, y las temperaturas pueden alcanzar los 520°C.
El satélite tomará fotografías y medidas desde la órbita interna del planeta Mercurio para obtener datos que permitan conocer mejor la dinámica del Sol.
La misión busca profundizar nuestro entendimiento sobre cómo funciona el Sol y su influencia sobre el entorno, especialmente el modo en que genera y acelera el flujo de partículas cargadas que envuelven al resto de planetas.
Más grande y moderna que la nave Apolo, la Orión de la NASA está diseñada parallevar hasta seis astronautas hacia las profundidades del espacio.
El objetivo final es llevar al hombre a Marte a mediados de la década de 2030.
En 2014, se puso a prueba con éxito en un vuelo no tripulado.
La primera misión tripulada tendrá lugar en 2021.
Este telescopio espacial busca reemplazar al Hubble.
Tiene una potencia 100 veces superior a su antecesor y, según afirman los científicos a cargo del proyecto, podrá obtener imágenes sin precedentes de las primeras galaxias que se formaron en los inicios del Universo.
Su espejo principal tiene un diámetro de 6,5 metros (en comparación con los 2,4 del Hubble) y está formado por 18 espejos hexagonales que juntos forman uno.
Es tan grande que no cabe dentro del lanzador. Los espejos irán plegados y se desplegarán una vez que el aparato esté en el espacio.
En vez de orbitar alrededor de la Tierra como el Hubble (una vez cada aproximadamente 97 minutos a una altura de entre 550 Km y 600 Km), el James Webb se situará en un punto conocido como Lagrange 2, a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta.
Orbitará alrededor del Sol, conservando esa distancia con la Tierra.
Su fecha de lanzamiento es octubre de 2018.
DC | BBC