He escuchado todo tipo de insultos. No, no es que me haya acostumbrado. Pero cada vez que hay elecciones o problemas en Estados Unidos, ya sé que voy a oír duras críticas, insultos y tonterías sobre los inmigrantes indocumentados que vienen de América Latina.
Para los candidatos presidenciales –que buscan votos–, para los políticos oportunistas, para los comentaristas en la televisión y para los habladores en las redes sociales, es fácil acusar a los inmigrantes porque, generalmente, no se pueden defender. ¿Cuándo fue la última vez que viste a un indocumentado en la TV respondiendo a las críticas de un precandidato a la Casa Blanca? Exacto, nadie representa a los indocumentados y ellos prefieren no hablar para no ser deportados.
Los culpan del crimen, de los problemas económicos y de haber roto la ley. Se equivocan. Las cifras dicen otra cosa.
Empecemos por el crimen. Es un mito que los indocumentados aumentan la criminalidad en Estados Unidos. Eso es falso. La gran mayoría de los indocumentados –vengan de donde vengan– no son delincuentes ni violadores. Las estadísticas demuestran que el aumento de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos ha significado una reducción en la criminalidad.
De 1990 al 2012 el número de indocumentados aumentó de 3.5 millones a 11.2 millones, según cifras del censo y del Centro Pew. Y en ese mismo período, según el FBI, la cifra de crímenes violentos bajó 48 por ciento.
Otro dato. También es falso que los inmigrantes son más violentos y criminales que los que nacieron en Estados Unidos. Los nacidos en Estados Unidos terminan más en la cárcel (3.51%) que los nacidos en el extranjero (0.86%), de acuerdo con el Migration Policy Institute
Es injusto culpar a todos los inmigrantes indocumentados por los crímenes de unos pocos. Eso sería tan injusto como culpar a todos los norteamericanos por la masacre que cometió un estadounidense en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur –donde murieron nueve personas– o por la matanza cometida por otro en un cine de Aurora, Colorado, donde asesinaron a doce.
Conclusión: los inmigrantes, legales e indocumentados, NO cometen más crímenes que el resto de la población.
En cambio, los inmigrantes SÍ son responsables de una mejoría en la economía de Estados Unidos. Contribuyen económicamente mucho más de lo que reciben en salud, servicios sociales y educación para sus hijos. Pagan impuestos, crean trabajos y hacen las labores que nadie más desea. Cosechan nuestra comida, construyen las casas donde vivimos y cuidan a nuestros hijos.
Otro dato. Los inmigrantes son un gran negocio. La legalización de la mayoría de los indocumentados –como lo propuso el Senado en el 2013– generaría una contribución económica de 700 mil millones de dólares en los primeros 10 años. No es cuento.
¿Que los indocumentados rompieron la ley? Sí, eso sí es cierto. Pero la rompieron porque aquí hay miles de empresas estadounidenses que les dieron trabajo y que los necesitan. Esas empresas estadounidenses también rompieron –y están rompiendo– la ley.
Además, aunque duela escucharlo, todos somos sus cómplices. Millones de personas –incluyendo tú y yo– nos beneficiamos del trabajo de los indocumentados. Sí, todos somos responsables: los indocumentados por romper la ley, y nosotros por darles empleo y beneficiarnos de su labor.
Y ya que es imposible, absurdo e inhumano deportar a 11 millones de personas y separar a miles de familias, lo que urge es una solución; no más groserías ni discursos cargados de falsedades y prejuicios étnicos. Este es un problema económico y social, binacional, que requiere una solución política. ¿Quién levanta la mano para ayudar?
Cada vez que hay una elección presidencial en Estados Unidos parecería que el principal enemigo de este país son los inmigrantes indocumentados. No lo son. Espero que esta elección –y este debate– ayude a resolver el grave asunto de los indocumentados de una vez y por todas.
Atención, candidatos: los votantes latinos conocen el verdadero valor de los inmigrantes, legales e indocumentados, y no van a votar a favor de alguien que los ofenda y los critique injustamente. Y ya lo saben, nadie llega a la Casa Blanca sin el voto de los latinos. Basta ya de mitos, insultos y tonterías.