Miles de brasileños exigían este domingo en las calles de varias ciudades del país la salida del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, hartos de la corrupción y la crisis económica y política que sacude al país.
Vestidos con la camiseta “verdeamarela” de la selección de fútbol y levantando pancartas que leen “No a la corrupción”, más de seis mil personas -algunos caminando en familia, otros en bicicleta- marchaban pacifícamente hacia el Congreso, según cifras de la policía.
“Vamos a marchar hasta el fin. Hasta que la presidente salga del gobierno. Tiene que irse definitivamente y dejar este país en paz y libre de esa mafia del Partido de los Trabajadores”, dijo Patricia Soares, una funcionaria pública de 43 años que marchaba en la capital brasileña.
“¡Fuera Dilma!, ”¡Fuera Dilma!“, coreaba la multitud a una sola voz, mientras desplegaba una enorme bandera de Brasil de decenas de metros.
En Rio de Janeiro, sede de los Juegos Olímpicos de 2016 y donde se disputa este domingo el evento test olímpico de ciclismo de pista, varios miles de manifestantes colmaron la avenida Atlántica frente a la célebre playa de Copacabana en este perfecto día de sol.
”Estoy aquí por la situación complicada de Brasil, económica, y por la corrupción y mala gestión del PT“, dijo el médico carioca Camilo Lins, de 60 años, que reclama la renuncia de la presidenta.
Otras protestas están previstas en unas 200 ciudades del país, incluidas Sao Paulo -feudo de la oposición y donde se espera la mayor multitud-.
Los manifestantes piden la renuncia o el ”impeachment“ (destitución tras juicio político en el Congreso) de la presidenta de la séptima economía mundial, de 64 años, que comenzó su segundo mandato hace apenas siete meses.
La popularidad de la mandataria de izquierda ha caído a cifras de un dígito tras cuatro años de frágil o nulo crecimiento económico y un colosal escándalo de corrupción en la estatal Petrobras que ha salpicado a su PT, en el poder hace más de 12 años, así como a otros partidos de la coalición de gobierno.
Decenas de políticos -incluidos los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado- y algunos de los principales empresarios de Brasil son investigados en este escándalo de sobornos por más de 3.000 millones de dólares a cambio de contratos, que ya ha llevado a la cárcel a José Dirceu, quien fuera mano derecha del presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), y al tesorero del PT, Joao Vaccari Neto.
Por primera vez, las protestas tendrán el respaldo explícito del PSDB (oposición, centro), cuyo líder, el senador y excandidato presidencial Aecio Neves, cuestiona el resultado de las elecciones de 2014 al acusar al gobierno de usar ”algunos instrumentos lícitos y otros no, para vencer“.
Neves, que perdió en octubre pasado el balotaje contra Rousseff por un margen de apenas 3%, dijo que quería participar personalmente en las protestas, lo que les otorgaría un color partidario que no tuvieron en sus dos ediciones previas de este año.
”Estamos en la calle para mostrar nuestra indignación, nuestra insatisfacción por el escenario político y económico del país y con la corrupción del gobierno“, sostuvo Luana Alves, una funcionaria judicial de 38 años, en la capital brasileña.
Los manifestantes, convocados sobre todo a través de las redes sociales, esperan superar la cifra de participantes de abril pasado, cuando 600.000 personas marcharon en todo Brasil contra el gobierno de Rousseff, y de marzo, cuando superaron el millón (hasta tres millones según algunos cálculos luego cuestionados).
Los manifestantes lamentan la debacle de la economía que según todo pronóstico cerrará el año en recesión y ha puesto en riesgo el sello de buen pagador del país -su grado de inversión bajó al último escalón de las agencias de calificación-.
Con Rousseff debilitada -tiene el menor apoyo a un jefe de Estado desde el fin de la dictadura militar hace 30 años-, algunos legisladores han agitado el fantasma del ”impeachment“. Este año la Cámara de Diputados recibió cerca de 20 pedidos para apartarla del cargo, algunos de los cuales aún están bajo análisis.
Rousseff, una exguerrillera que luchó contra la dictadura, promete que revertirá la crisis, descarta renunciar y asegura una y otra vez: ”No voy a caer“.