Todas las mujeres que se convierten en madres, atraviesan por el dilema que representa tener que dejar al cuidado de otro a su recién nacido para volver al trabajo, muchas incluso se plantean dejar de trabajar para dedicarse a los cuidados de su hijo, mientras que las que no lo hacen se cuestionan el ser buenas madres. Cuando se trata de este tema no hay verdades absolutas y lo más importante de todo es entender que independientemente de la decisión tomada se puede regresar a la casa o a la vida laboral, según sea el caso.
La psicóloga Emma Mejía, psicóloga especialista en terapia familiar y de pareja nos habla acerca del tema: “En términos generales la mujer que trabaja siempre tiene la sensación no sólo de culpa, sino de sobrecarga: tiene que lidiar con un trabajo y un horario, llega a su casa cansada, pasa tráfico, pasa una cantidad de cosas y siente que no tiene la autonomía ni el espacio para compartir con sus hijos todo lo que quisiera. Esas madres tienen la sensación de que se están perdiendo momentos de acompañamiento con sus hijos y de alguna manera eso produce sentimientos de culpa y, en otras ocasiones, de frustración”.
Sin embargo, para la especialista Emma Mejía ese problema tiene solución. “Pienso que lo importante es priorizar por qué la madre está trabajando. Hay muchas mujeres que están en este tipo de situación de trabajo de alta exigencia por voluntad propia, porque se quieren desarrollar como profesionales y quieren tener una carrera exitosa. Por otra parte son mamás que dan un ejemplo a sus hijos de cumplimiento, autodesarrollo, responsabilidad y de contribución a la sociedad a través de sutrabajo”.
La otra recomendación que da la especialista es que se debe tratar de buscar espacios para estar con los hijos y el compartir el aspecto afectivo, no sólo verlo como obligaciones. “Puede gerenciar ciertas cosas, que ella llegue y pueda compartir con ellos porque tiene a alguien que dejó la cena lista y la ropa, que no trate de ser la mujer que puede con todo. Además, un modelo de madre sacrificada genera en los hijos rabia y culpa”, comenta Mejía.
La especialista también explicó que cuando la madre elige quedarse con los niños puede compartir más cosas y está menos ansiosa, pero también tiende volverse más sobreprotectora e invasiva. “Al principio son muchas las cosas que puede hacer y la madre siente la vida muy llena, pero a medida que los hijos van creciendo, las madres que no han trabajado y no han desarrollado otros potenciales empiezan a sentir lo que uno llama el ‘nido vacío’ y eso a veces se relaciona hasta con la pareja, porque sienten que tienen poco que compartir”. “Lo ideal sería lograr un balance que le permita a la mujer mantener su autonomía, sin descuidar a los hijos y sus relaciones afectivas. El hecho de que una persona cultive sus propios potenciales no quiere decir que sea irresponsable. En la medida que los hijos crecen, la mujer tiene más oportunidades para desarrollar sus propios proyectos y eso la va a hacer sentir con mayor autoestima, va a socializar más, va a ser un modelo para sus hijos y será más interesante la relación de pareja”.
SI TRABAJAS…
SI ESTÁS EN CASA…
DC\EM