Quienes hayan visto las películas de «La guerra de las galaxias» y recuerden cómo era el desértico planeta Tatooine, escenario de diversas aventuras, podrán imaginarse con más facilidad cómo es el nuevo planeta descubierto por un equipo de astrónomos de la misión Kepler de la NASA.
Este cuerpo celeste, denominado Kepler-453b, es circumbinario. Esto significa que orbita entre dos estrellas, algo que sólo ocurre con diez planetas de los que se tiene registro, por lo que al igual que el mundo de la saga intergaláctica de George Lucas, si alguien estuviese en su superficie viendo hacia los cielos tendría una espectacular vista de dos soles.
Los científicos subrayan que el planeta se encuentra dentro de la denominada «zona habitable» de las estrellas que lo acogen.
Los científicos calcularon que el planeta tiene un radio de 6.2 veces la Tierra, y se trataría de un gigante de gas, no un planeta rocoso, lo que impediría que existiese allí vida tal como la conocemos en la Tierra.
También informaron que las estrellas orbitan entre ellas cada 27 días, la más grande es casi del mismo tamaño que nuestro Sol, mientras que la más pequeña es casi 20% del tamaño del astro que ilumina nuestro sistema. En total, Kepler-453b demora 240 días en orbitar las dos estrellas.
«Si hubiésemos observado este planeta antes o después de que hicimos, no habríamos visto nada y habríamos asumido que no existía un planeta ahí», afirmó Stephen Kane, profesor de física y astronomía de la Universidad de San Francisco, miembro del equipo que hizo el hallazgo.
«Esto sugiere que hay muchos más de este tipo de planetas de lo que pensamos, y simplemente estamos viendo en el momento equivocado», agregó.
Un golpe de suerte
Es común que los investigadores den con exoplanetas al observar un descenso en la luz de una estrella en el momento en que un planeta «transita» entre ella y la Tierra, pero dado que este planeta orbita entre dos estrellas, su comportamiento es más errático y difícil de observar.
Por eso los astrónomos se consideran afortunados de haber fijado su mirada en el momento preciso, de otra forma no habría sido posible volver a ver el planeta hasta el 2066.
«Es asombroso lo afortunados que fuimos en verlo en el momento preciso. Es un buen recordatorio de que siempre es valioso volver a mirar», agregó Kane.
«La baja probabilidad de ser testigos de tránsitos significa que por cada sistema como Kepler-453 que logramos ver, hay probablemente 11 otros que no vemos», agregó Jerome Orosz, profesor de astronomía en la Universidad del Estado de San Diego, quien también es coautor del estudio.
El sistema que alberga al planeta se encuentra a unos 1.400 años luz de la Tierra y los expertos estiman que tiene entre 1 o 2 mil millones de años, es decir, es mucho más joven que nuestro Sistema Solar.
Con este descubrimiento, los científicos ya tienen una cantidad suficiente de planetas circumbinarios como para hacer comparaciones sobre sus sistemas y estudiar las tendencias.
«La diversidad y complejidad de estos sistemas circumbinarios es maravillosa. Cada nuevo planeta es una gema, revelando algo inesperado y desafiante», afirmó William Welsh, profesor de astronomía en la Universidad del Estado de San Diego.
Destacan que la tendencia de que se trate de planetas que están en la «zona habitable» de sus estrellas es intrigante, empujando así a los astrónomos a seguir buscando más planetas de este tipo en el archivo de la misión Kepler.
DC | El Mercurio