Cuando se habla de anatomía sexual, se reduce sólo a la descripción física de los órganos externos del cuerpo, sin embargo, la sexualidad no se fundamenta sólo en el cuerpo físico. El cuerpo erótico abarca toda la corporalidad, con el cerebro como el órgano sexual más importante y la piel como el más extenso.
La respuesta sexual humana engloba el erotismo, que implica respuestas del organismo como el deseo, la excitación, el orgasmo y los fenómenos mentales y emocionales que estas reacciones conllevan y no únicamente las sensaciones físicas.
La piel, es el órgano sexual más extenso. La epidermis tiene una gran cantidad de terminaciones nerviosas y posee corpúsculos que permiten la sensibilidad táctil. Una piel que acaricia y es acariciada se transforma en una gigantesca antena sensorial que es susceptible de dar y recibir placer.
La interacción de los cinco sentidos: vista, gusto, tacto, olfato y oído, o cada uno de ellos en particular, así como las fantasías, los sueños y la evocación de experiencias gratificantes, son estímulos sensitivos que pueden desencadenar una respuesta sexual y es justamente el cerebro el órgano integrador y efector de esta respuesta total del organismo.
El erotismo tiene bases fisiológicas y está sujeto a procesos de aprendizaje a lo largo de la vida. Los estímulos que desencadenan la respuesta sexual son innumerables, la mayoría de ellos con una apercepción subjetiva de las vivencias individuales, matizados por una serie de emociones y motivaciones.
El erotismo como expresión humana también puede ser concebido como una manera especial de comunicación y trasciende al individuo y la pareja para manifestarse.
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