El narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán viajó a Querétaro, voló en una aeronave a Sinaloa y luego de unas semanas se trasladó en autobús a Chiapas, un estado fronterizo con Guatemala, después de fugarse hace un mes de una cárcel de máxima seguridad, según reconstruye el diario mexicano Reforma.
Con información atribuida a autoridades federales involucradas de manera directa en la persecución, el diario señaló que una mujer declaró haber visto a Guzmán recientemente en un autobús con destino a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y que el testimonio ha sido tomado en serio por el gobierno por la descripción del rostro y sus raspones en la mejilla.
De acuerdo con Reforma, después de su fuga por un túnel de una cárcel de máxima seguridad el 11 de julio, sus secuaces lo trasladaron por carretera a la localidad de Senegal de las Palomas en el municipio de San Juan del Río, en Querétaro, unos 130 kilómetros al norte de la cárcel. Ahí le esperaba una aeronave que lo llevó a Sinaloa.
En Sinaloa, su estado natal, estuvo unas tres semanas con varias escalas: Mazatlán, Guasave, sitios inhóspitos de la Sierra Madre Occidental y Los Mochis.
El 5 de agosto, el jefe interino de la agencia antidrogas estadounidense DEA, Chuck Rosenberg, afirmó que lo más seguro era que «El Chapo» estuviera en Sinaloa, y aparentemente esas declaraciones hicieron que se moviera a Chiapas, donde vive una tía.
«A raíz de esa declaración, cambiaron las señales en los reportes de inteligencia recibidos por las autoridades mexicanas sobre la ubicación del capo», aseveró Reforma.
Sin embargo, el diario indicó que en los informes de las corporaciones policiales «hay de todo», incluido el testimonio de un psíquico que vive en Estados Unidos y que dijo que con sus poderes había localizado a «El Chapo» en Pátzcuaro, Michoacán, en el oeste del país.
Las fugas de «El Chapo» ya son legendarias en México. En 1993, el líder del cártel de Sinaloa fue capturado por primera vez en Guatemala. Estuvo preso ocho años hasta 2001, cuando escapó en un carrito de lavandería de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande, en el estado occidental de Jalisco.
Fue recapturado en febrero de 2014 en un departamento en Mazatlán, en la costa del estado de Sinaloa (noroeste), y recluido en el penal del Altiplano, unos 90 kilómetros al oeste de la capital.
Pero no se dio por vencido. Apenas 17 meses más tarde, volvió a fugarse, esta vez por un túnel de 1,5 kilómetros de largo que partía del área de ducha de su celda y terminaba en una casa deshabitada. El túnel tenía un sistema de luz y ventilación y una motocicleta montada sobre rieles.