Solo cerdo se observa en los refrigeradores de algunas carnicerías del municipio San Francisco. Al preguntar por la ausencia de los cortes vacunos, los carniceros aseguran que la entrega les llega con precios distintos semanalmente y en ocasiones se les hace difícil adquirir las reses.
Cuando el usuario corre con suerte logra conseguir carne para guisar y molida, los cortes de primera están fuera de las vitrinas; aunque algunos compradores aseguran que los trabajadores esconden las carnes en las cavas para venderlas al mejor postor.
En cuanto al pollo en ocasiones se observan algunas bandejas de pechuga o muslos, pero las alitas y el resto de las partes del ave parecieran haberse ido volando. Para muchos sureños comer esta proteína es un lujo porque los precios así lo han demostrado, incluso las pizarras dispuestas para mostrar el valor de las carnes se observan sin números, pues estos varían de forma permanente.
A pesar de la regulación hecha por la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDDE), el pasado mes de junio, donde la carne se reguló a Bs. 250 en cortes de primera y Bs. 220 los de segunda, la realidad sobrepasa los Bs. 1.200 el kilo.
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