Lejos del hogar, la nostalgia por la comida casera suele aparecer en el paladar y el alma de cualquier viajero.
Saborear un buen sancocho o paladear un minúsculo patacón, por ejemplo, se convierten en verdaderos convites para los panameños que se encuentran fuera del país.
Yadira Stamp lo comprende y, tras 35 años de residencia en Washington D.C. (Estados Unidos), claudicó ante el llamado de lo culinario y decidió abrir el primer restaurante de cocina istmeña en esa ciudad.
Bautizado como Esencias Panameñas, el restaurante de Stamp se inauguró el pasado 22 de julio con la promesa de ofrecer al público estadounidense y latinoamericano selecciones auténticas del buen comer nacional.
Ubicado en el establecimiento 3322, en la avenida Georgia de la capital estadounidense, el local cuenta con 30 mesas, además de cuadros, fotografías y artesanías alusivas al país.
Arroz con pollo, ensalada de toldo, tamal de hoja y una copiosa selección de fritangas forman parte de la carta que junto a varias fotografías han comenzado a circular por las redes sociales.
“Quería ofrecer un menú que representara a todas las provincias”, afirmó Stamp, propietaria y chef del establecimiento, en entrevista telefónica con este diario.
La empresaria explica que su afición por la cocina proviene de su madre, quien por años manejó un negocio de catering en el que trabajaba por medio tiempo.
Stamp se destacó en la ingeniería eléctrica, que tras 25 años de profesión decidió abandonar para incursionar en la gastronomía.
En 2010 se licenció en artes culinarias en The Art Institute of Washington y, un año después, hizo una visita al istmo para empaparse de las técnicas culinarias que hoy aplica en su cocina.
Tres semanas han transcurrido desde la apertura de Esencias Panameñas, y algunos platillos como el pargo con patacones con ensalada de col rizada ( kale) y la corvina en ceviche y en filete destacan como los de mayor demanda.
Para Stamp, la labor ha sido diligente, pues además del restaurante continúa ofreciendo sus servicios de catering. Trabaja sola en la cocina, aún se encuentra a la espera de los permisos para expendio de licor que le permitan ampliar su menú y conseguir los ingredientes necesarios para el “sabor nacional”, es toda una proeza.
Dice que el local va adquiriendo popularidad entre los comensales estadounidenses y curiosos por saber cómo es la sazón del istmo.
DC|LP