Detrás de los observadores, con los tradicionales chalecos con el logotipo de la Organización de los Estados Americanos, que se movilizan para asegurar el libre ejercicio del sagrado derecho del voto en las misiones de observación electoral, hay más de medio siglo de experiencia, de lecciones acumuladas y un nivel de excelencia de reconocimiento internacional.
Las observaciones electorales de la OEA constituyen de hecho un bien público hemisférico.
Desde la Unión Europea, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, pasando por la Unión Africana, el Centro Carter o IDEA Internacional, hay coincidencia de que las observaciones electorales de la OEA utilizan estándares de primer nivel.
227 Misiones de Observación Electoral desplegadas en 27 países del hemisferio, desde 1962, muchas de ellas otorgando certidumbre a situaciones impredecibles, representan un sello de marca incuestionable por su independencia y sentido profesional.
En realidad, la demanda de los servicios de observación electoral aumenta exponencialmente ya que se incorporan elecciones regionales, municipales, comunales, además de las nacionales. En lo que queda de 2015 se han comprometido siete misiones MOEs.
Los jefes de Misión que he seleccionado son siempre figuras políticas con demostrada capacidad de diálogo y reconocimiento en la región –muchas veces ex presidentes o ex cancilleres–, apoyados por expertos en distintas disciplinas y observadores de diversas nacionalidades y visiones plurales.
Cuando la OEA despliega una MOE, lo hace por invitación del Estado anfitrión, y hemos recibido solicitudes de países con gobiernos de diferente sesgo político o ideológico, lo cual refuerza la idea de que la idoneidad profesional pesa más que cualquier otro factor.
El valor del sello de aprobación de la OEA es valedero tanto en la observación de elecciones con resultados predecibles o absolutamente inciertos. Nuestras Misiones colaboran con las autoridades electorales y con los partidos políticos para facilitar la normalidad de los procesos electorales y actúa de acuerdo a las circunstancias políticas y culturales de cada país.
La OEA llega para contribuir a que los países tengan elecciones equitativas, confiables y transparentes.
Para ello los gobiernos se comprometen por escrito y públicamente a garantizar la independencia del trabajo de la Misión. Los documentos que firman la OEA y las autoridades electorales nacionales aseguran que tanto técnicos como observadores tengan la libertad de movimiento y acceso a la información para tener una visión equilibrada y global de la elección.
Los criterios (Manual para MOE) se basan en la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana y son públicos.
Las Misiones aplican además múltiples metodologías durante la observación, todas de carácter público, para abordar desde la logística de la organización de la elección, la tecnología utilizada para la transmisión y publicación de los resultados, la financiación de las campañas, la participación de votantes y candidatos de las mujeres, afrodescendientes e indígenas, y el papel de los medios de comunicación.
Se trata de una mirada integral del proceso electoral –antes, durante y después– evaluando las variables de inclusividad, equidad y competitividad del proceso.
El trabajo empieza antes del despliegue de la Misión, con el análisis de la normativa nacional del país anfitrión. En el terreno, días antes de la elección, expertos y observadores visitan los centros de cómputo, asisten a cierres de campaña, recopilan información en diálogos con autoridades y técnicos de organismos electorales, actores del gobierno y de la oposición, candidatos, sociedad civil y la comunidad internacional.
El día de la elección, la observación directa constatará si las mesas abren a tiempo, si todos los insumos para que se pueda votar están disponibles, si hay fiscales de mesa y/o miembros de las fuerzas de seguridad, si las urnas están ubicadas de manera de proteger el secreto del voto. También los observadores presencian el conteo de votos y preparación de actas con los resultados por mesa.
Posteriormente, las Misiones de la OEA presentan recomendaciones de carácter público.
El trabajo que realizan las Misiones es complejo y delicado, guiado por los principios democráticos pero animados de facilitar el encuentro y el diálogo en situaciones complejas. Un bien público con un solo dueño, los países del hemisferio.
LUIS ALMAGRO | GDA
*Secretario general de la OEA