Ninguna elección más importante en los últimos 50 años que el Certamen Legislativo del próximo 6 de diciembre del 2015. Es tan trascendente que no se registra en la historia política de Venezuela, un suceso de tanta magnitud e interés colectivo, donde se juega la tranquilidad y sosiego de la ciudadanía en los años venideros.
Desde siempre, los partidos políticos tienen obsesión por el control de la Legislativa. Sin embargo, ni antes ni ahora, esto ha servido de algo a los Estados ni a la República. En efecto, la incultura en el manejo público de los órganos jurisdiccionales y los desmanes de los dirigentes connotados o no. Solo han logrado desorden en las proporciones y sin sabores en la intimidad y la vida de los pueblos por su falso desempeño constitucional.
De modo, que, nada ha cambiado y seguimos viendo que la Democracia pierde su pluralidad y su forma colectiva de organización. Todo, por la búsquedaenloquecida y desquiciante de los dirigentes que por poder ilimitado, arrogancia y desnaturalizaciones, prefieren golpear – innoblemente – la Democracia por obtener el control mayoritario legislativo, aun, cuando, se lastimen los mejores principios de la repartición y se vulgarice la forma de la escogencia de los hombres participante donde estos se compran – como objetos – y no se conquistan en razón de los postulados en la contienda y que se ofrecen para competir.
Todo esto para insistir que el pueblo individual o colectivo, organizado o no. Tiene que percatarse de que su voto es su vida y sus esperanzas y no las ambiciones de otros. Pero, esas esperanzas no pueden ser sustituidas por lo de siempre el zinc y el adobe. Sino, que ese valor de conquistar su simpatía sea el producto del convencimiento y la meditación honesta y hermosa, para que nazca una decisión sin zinc y sin adobes y si, bajo la espera segura de una administración pro decente y para el país.
Por tanto, las elecciones del 6-D deben conllevar: romper con la inhabilitaciones odiosas y sin respeto; conquistar por la vía del voto legitimar las instituciones públicas; liberar la Defensoría del Pueblo; renacer de un CNE equilibrado e independiente y sano al ambiente de la Nación; poner el Contralor en manos opositoras después del resultado de los comicios.
Hacer otra cosa para algo distinto; Es no amar a este País. Es no equilibrar los órganos del Estado. Es no exigir que el país necesita disciplina y la voluntad plena de sus hombres. ¡Eso, esperamos de su sagrado voto!
DC / Luis Acosta / Articulista /Sec. Gral. Edo. Sucre