Según marcha la familia así va la nación.
Cuando cierto periódico publicó un reportaje especial sobre el panorama doméstico no lo tituló Examinemos la familia, sino Salvemos a la familia. La familia está bajo ataque. El perfil de la familia de hoy muestra una debacle de valores: en Venezuela (según datos del INE, Censo del 2011), los mayores de edad que mantienen una unión de hecho o concubinato representan el 27,9% de los habitantes y los matrimonios alcanzan el 25,6%. Por primera vez en la historia, los venezolanos prefieren en mayor número arrejuntarse que casarse. Además, Venezuela es el primer país en Suramérica en embarazos de adolescentes. En el mundo, 4 a 5 bebés de cada diez que vienen al mundo pasarán parte de su infancia o toda ella en hogares de un solo progenitor. Y hay más.
Pero nadie puede negar que la familia sea un don divino dado para bendecir y ser bendecido. Y cada miembro de ella es un administrador de tan preciada riqueza. Si amas a los tuyos contribuye a salvar esta especie visitando las cuatro estaciones que Dios concibió para la familia.
1ra. estación: El comienzo de la familia
Años de cimentación que van desde la boda hasta el primer embarazo exitoso. De este período, a menudo difícil, Salomón dice: Si el Señor no construye la casa, los constructores pierden su tiempo. Si el Señor no vigila la ciudad, los guardias pierden su tiempo. (1) El sabio establece: si no confían en Dios pierden su tiempo. Una familia comienza con buen pie cuando ambos cónyuges tienen como ingrediente principal de su éxito a Dios, sin permitirse quedar atrapados y ocupados en la lucha por tener más como medio final de satisfacción.
2da. estación: La expansión de la familia
Años donde la familia se amplía con el nacimiento de hijos, de quienes el sabio agrega: Los hijos son la herencia que nos da el Señor; los frutos del vientre son la recompensa que viene de Dios. Los hijos de un hombre joven son como flechas en las manos de un guerrero. Qué afortunado es el hombre que llena su aljaba (porta flechas) con flechas como esas… (2)
Muchos padres ven a sus hijos como estorbos, pero la Biblia los llama tesoros que, en amor, Dios transfiere temporalmente a los padres. Ciertamente es un período física y económicamente agotador en el que te preguntas si saldrás vivo de allí, mas es un privilegio el que tienes como padre, de ser el guerrero que dirige la flecha (hijo) al blanco, a la meta de cumplir su propósito divino, con el arco de una crianza rica en valores, amor y espiritualidad.
3ra. estación: Al calor de la crianza
Acá la familia entra a la crisis de gradual independencia de adolescentes con ideas propias, a la que se suma las tensiones propias de la edad mediana. Pero aun durante esos años el salmista afirma: Afortunado todo el que respeta al Señor, todo el que sigue el camino de Dios. Disfrutarás del fruto de tu trabajo, serás feliz y te irá bien en la vida. (3) Si como padre o madre evitas los extremos del permisivismo, liberalidad, pasividad y descuido o el de la inflexibilidad, sobreprotección, severidad e hipocresía de una doble moral y mantienes a Dios como el fundamento, serás afortunado.
4ta. estación: Los años dorados
De esa manera será bendecido el que respeta al Señor… Que puedas conocer a los hijos de tus hijos [nietos] (4) El premio del administrador fiel de la familia, es que cuando el nido quede vacío será bendecido. Las buenas relaciones con sus hijos y nietos nutrirán esa dicha. Finalmente la nación se beneficiará. Es axiomático: Hogares saludables producen personas y países pacíficos y fuertes. El pulso de un país depende del latido de sus hogares.
¿Qué podrías comenzar a cambiar para mejorar tu vida de hogar? ¿Deseas colocar a Dios en el centro?
Salmos 127:1 (PDT) ; Salmos 127:3-5 (PDT) ; Salmos 128:1-2 (PDT) ; Salmos 128:4 (PDT)
DC / Raúl Parra / rlpt10@yahoo.es / @RaulParraT