Estimados representantes del gobierno bolivariano:
Les escribo porque no aguanto más vilipendios. Sé que ustedes no me quieren porque en 1492 vine por estas tierras acompañado de algunos malandros y, por casualidad, descubrí un nuevo mundo.
Entré por Macuro a Venezuela. Jamás olvidaré aquel día. Los indios estaban echadotes a la orilla de la playa. Nunca vi algo igual. Las indias andaban sin sostenes y con un taparrabo que casi no les tapaba el rabo. Los varones, por su parte, rallaban yuca para preparar casabe, mientras que otros descansaban en hamacas. Los niños jugaban con conchas marinas y caracoles del mar.
Llegué a estas tierras con mis hombres verriondos porque no habían visto ni la teta de su mamá, ya que en esa época ningún hombre europeo había mirado jamás a una mujer desnuda, ni siquiera a la propia. Por cierto, mi mujer me echó un vainón porque para este viaje no me metió en la maleta ni un pantalón, solo falditas marrones cortitas y medias panty, lo que me trajo problemas con la tripulación.
En fin, lo cierto es que cuando llegamos a la playa de Macuro, emocionado, grité: “¡Los descubrí!”. Todos los indios jodedores que estaban comiendo un sancocho cruzado de mono y loro, respondieron: “¡Ayyy, Colón, descubriste América!”. Mientras que otros, al verme en falda y peluca, se preguntaban: “Y… ¿qué le pasa a esa señora?”.
II
Señores del gobierno bolivariano, hablando en serio, ustedes dicen que por mi culpa se acabaron las culturas indígenas de América. Me acusan de exterminio y de convertir a los indios americanos en esclavos. Es increíble, y lo digo con tristeza, que hoy, en pleno siglo XXI, veamos indios indigentes, muertos de hambre y enfermos, pidiendo limosna en las calles de Venezuela, y esos no son míos, son de la revolución bonita que afirma haber dignificado a los indígenas.
Soy Colón, el alma vieja y errante de un descubridor que un lejano día, sin querer, llegó a una tierra maravillosa llena de indios felices. Sí, de eso soy culpable, quizás por eso ahora vago como fantasma por estas tierras que ahora no reconozco.
Qué ironía, ustedes derribaron mi estatua y ahora las estatuas son ustedes, quienes permanecen inertes ante las necesidades de un pueblo.
¡Prepárense! El 6-D la gente saldrá a votar. Desde aquí, hoy, 12 de octubre de 2015, auguro que los venezolanos serán ahora los nuevos descubridores de un país que se les había extraviado.
Será un pequeño comienzo para un gran cambio.
Colón