No es la fila para abordar el Metro Bus o el Metro de Panamá. Tampoco la usual cola de vehículos en las principales avenidas de la ciudad a las hora pico. Son enormes buques que llevan contenedores repletos de mercancías y materias primas con destino a Estados Unidos o Asia.
En algunos casos, se trata de mercancía para las fiestas de fin de año que va para la costa este de Estados Unidos o gas licuado que viene de Texas con destino a China y Japón.
Las navieras y armadores saben que es mejor esperar en fila para utilizar el Canal de Panamá, que es un paso más corto, en lugar de dar la vuelta por la punta de Suramérica, una ruta que toma hasta 20 días.
A lo lejos de la bahía de Panamá se observan los navíos, algo típico de la época, aunque se entendía que con el Canal ampliado desde octubre de 2014, el tranque sería cosa del pasado.
En 2006, cuando se aprobó la propuesta de ampliación del Canal de Panamá, se advirtió de que la capacidad de la vía acuática estaba llegando a su límite.
Desde comienzos de la década de 2000 se notó un crecimiento en la cantidad de embarcaciones de mayor tamaño que estaba transitando por la ruta marítima.
Este comportamiento en la industria naviera señalaba la necesidad de construir esclusas de mayor tamaño, que permitieran el paso de embarcaciones más grandes.
Diez años después de aprobada la ampliación del Canal, se reporta un congestionamiento en ambas entradas del Canal, particularmente con buques de mayor tamaño, que solo pueden transitar durante el día.
Son como esos pájaros que deben descansar con el ocaso del sol. Su gran tamaño les obliga a usar la vía acuática solo bajo la luz solar.
El pasado miércoles hubo hasta 103 embarcaciones en fila y ayer se contabilizaron 93, según informó el administrador de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), Jorge Luis Quijano.
Pero hace unas semanas, la fila llegó a alcanzar hasta 150 buques en espera. Aunque es normal el crecimiento en la demanda de tránsitos para fin de año, el promedio para esta época es de 35 buques en espera.
DC/P