Una persona se presenta al punto de partida de una maratón vistiendo botas vaqueras y arrastrando una maleta. Tú le gritas: ¡Epa! No podrás correr muy lejos con toda esa carga. Ella te responde: Tú no entiendes; necesito todos estos aperos para hacer mejor mi carrera. Además, me siento más atractivo con mis botas vaqueras y tengo buena comida y bebida en la maleta… No importa lo que diga, muy pronto esa persona tendrá que hacer una elección: deshacerse del exceso de equipaje o retirarse de la carrera.
Lo que es obvio acerca de correr una maratón no lo es tanto cuando se trata de la maratón de la vida. Muchos hombres y mujeres llevan exceso de equipaje y se preguntan por qué es tan difícil mantenerse en la carrera.
El pasado. El equipaje representa tu pasado. Tu maleta puede contener episodios de alegría, o de tristezas por traumas experimentados: ver partir a seres queridos, el robo de pertenencias de valor, una enfermedad, mudanzas intempestivas, el desamor, el abandono de los padres o un divorcio.
El futuro. No lo conoces, y lo que te depara es un secreto escondido en las venideras 24 horas, los próximos días, meses y años. Por cierto, huye de los charlatanes que pretenden timarte a través de falsas predicciones.
El hoy. Te hago una propuesta hoy: deja atrás tu maleta y dale la bienvenida a un futuro mejor, repleto de entusiasmo. Etimológicamente hablando entusiasmo significa Dios adentro, lo que nos permite sospechar que con Dios en nuestras vidas todo es favorablemente diferente.
En un momento crucial de su vida, en un hoy, el apóstol Pablo dijo:…yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago (hoy): olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante. (1)
Hoy es el día de olvidar
De olvidar lo que hay atrás. Los logros que has obtenido y tus fracasos son historia. Si vives enganchado del ayer te momificarás y demasiada gente queda anclada en el tiempo, sobre todo a los errores que cometieron hace muchos años.
Cómo respondes tú a las decepciones y a las equivocaciones es una de las decisiones más importantes que debes tomar. Debes saber que Dios no te ve como un fracasado sin remedio, Él te contempla como un aprendiz. Emplea tus errores, descontentos y frustraciones como puntos de partida para lecciones de vida y no como fuente de agobios, culpas o estancamientos. Eres tú quien decide convertir los fracasos en un poste para atar caballos (donde quedas amarrado), o en un poste de luz para iluminar tu camino.
Escucha estas palabras divinas: Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?… La tendencia de tu mente es pescar en el pasado añejo. Pero hoy es el momento para abortar los viajes escamoteadores hacia el ayer. Jesucristo hace cosas nuevas, Él se enfoca en tu futuro, Él llega a tu vida para redimir tu pasado y dar a luz un nuevo amanecer.
Piensa en esto
¿Qué tal si a los recuerdos malos -los que te atan, amargan y detienen- les das un puntapié? Te preguntarás ¿Y los buenos? Disfrútalos, sí, pero de ninguno de los dos hagas la base de tu futuro. El mejor fundamento para tu porvenir son las cosas nuevas que Dios hará si tú se lo permites. Hoy es el día para darle el permiso. No te pierdas la continuación, en la próxima entrega.
DC / Raúl Parra / rlpt10@yahoo.es / @RaulParraT