Jeb Bush, entre el apellido incómodo y las raíces texanas

Se presenta como un hombre capacitado para ser presidente. Como simplemente Jeb —el acrónimo de John Ellis Bush— y con su trayectoria en Florida como gobernador. Dejando a un lado el apellido Bush, asociado a la guerra de Irak y la crisis financiera de 2008. Pero la capacidad de su familia para recaudar fondos, además de mantener una base de apoyo en Texas, el feudo familiar, son cada vez más necesarios para su supervivencia política en la campaña para las elecciones presidenciales de 2016.

En Texas ser un Bush es una herencia de la que nadie se puede desmarcar y que se lleva con orgullo. En un estado conservador donde su historia está moldeada por los dos presidentes, George Herbert Walker Bush y George Walker Bush, el público utiliza esa famosa frase que habla de “subirse a los hombros de gigantes”. Así les ocurrió a los hermanos George y Jeb, y así le ha ocurrido a George P. Bush, hijo de Jeb, quien ahora dirige la Oficina General de Tierras en Texas, un cargo político clave que ganó sin dificultades en las elecciones de 2014. .

“Jeb tiene una capacidad limitada de alejar su imagen de su familia. Todos esperamos que se presente como el político que es, con su propio récord, pero el problema es que es imposible divorciarse de la familia Bush y su legado en el despacho oval”, dice James Henson, director de Texas Policy Project en la Universidad de Texas en Austin.

La candidatura de Jeb Bush a la nominación del Partido Republicano pasa por su momento más complicado. Ha perdido la condición de favorito. El dominio prolongado en los sondeos de candidatos populistas como el empresario Donald Trump o neurocirujano Ben Carson ha disparado las alarmas. Bush ha impuesto un recorte drástico de los gastos de campaña. Y el pasado fin de semana convocó en Houston una reunión de donantes con George H.W. y George W. El debate de los candidatos republicanos, el miércoles en Boulder (Colorado), puede ser una prueba decisiva para Jeb Bush.

La historia de la familia Bush en Texas tiene décadas de recorrido. En 1948 cuando George W. Bush tenía dos años y Jeb todavía no estaba en los planes familiares, se mudaron a Midland, donde George H.W. trabajó para la industria petrolera.

En 1959 se trasladaron a Houston, donde la carrera de George H.W. despegó con dos legislaturas en la Cámara de Representantes. Luego asumió diversos cargos diplomáticos y de gobierno que lo llevaron lejos del estado.

Jeb nació en Midland en 1953, se graduó de la Universidad de Texas en Austin con un título de estudios latinoamericanos y comenzó su vida laboral en la división para América Latina del Banco de Comercio de Texas. Luego su carrera lo llevó a otros destinos, como Venezuela y Florida.

Aunque ahora la familia de Jeb reside en Florida, Texas es un destino obligado. Su padre George H.W vive en Houston; su hermano George W., en Dallas; y su hijo George P., en la capital, Austin.

Su familia está teniendo un rol cada vez más activo en los esfuerzos para recaudar fondos de la campaña de Jeb, como evidencia el evento de esta semana en Houston.

Según información de The Wall Street Journal, habrá un total de 29 eventos para recaudar fondos con miembros de la familia Bush en octubre. La capacidad de atraer donantes es uno de los elementos que puede mantener a Jeb en carrera, a pesar de no tener buenos resultados en las encuestas.

“Es una disyuntiva fuerte y creo que él y su campaña están conscientes de eso. Por un lado el legado Bush le es útil con una parte del electorado y del lado más institucional de su partido, pero por otra, no puede escapar a las grandes críticas sobre la gestión de su hermano y eso lo perjudica. Por eso su ambivalencia”, dijo Nancy Young, profesora de ciencia política en la Universidad de Houston.

La cercanía de la familia Bush con donantes generosos como los billonarios Javaid Anwar y Ray Hunt es conocida en el estado.

El voto latino es otra razón fuerte que une a Jeb con Texas. Con 10 millones de hispanos, el estado tiene mucho potencial, sobre todo considerando que entre los votantes potenciales un 27% son hispanos.

En el último sondeo de opinión realizado por Pew Research Center, ninguno de los 15 precandidatos republicanos alcanzaron cifras destacables. Trump llegó a un 25% de apoyo; Ben Carson, a un 16%; Marco Rubio y Carly Fiorina, a un 8%; Ted Cruz, a un 6%; y Bush, sólo a 4%.

“La campaña ha sido decepcionante hasta ahora. Sus números en las encuestas son bajos y aunque todavía tiene dinero, lo están gastando rápidamente. La campaña no está recibiendo el apoyo que muchos anticiparon”, dijo Henson.

DC|EP

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