La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se pronunció este martes a las declaraciones de la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, en torno a la anulación de la candidatura del opositor Carlos Vecchio.
“Una vez más, la funcionaria Lucena actúa no como la cabeza de un poder independiente sino como dócil agente electoral de los señores Maduro y Cabello, al repetir la cartilla que le dictan desde Miraflores y al inhabilitar al candidato de la Unidad que competiría con Cabello por el Estado Monagas”, reza el escrito firmado por el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús “Chúo” Torrealba.
A continuación el texto de la Unidad:
Es inútil entonces que denuncie la existencia de supuestas “campañas de desprestigio” contra la mayoría de la directiva del CNE, por una sencilla razón: No se puede “desprestigiar” lo que en vez de prestigio solo tiene “mala fama” y pésima reputación, de parcialidad y sesgo.
La presidenta del CNE no pretende pasar inadvertida. Al contrario, hace público alarde de su alineación con el PSUV, al calcular que tal conducta generará desmovilización y abstención en esta nueva mayoría nacional que quiere cambio, integrada por independientes, opositores y ex-oficialistas desengañados.
Pero se equivoca Lucena, y se equivocan sus jefes. El país va a votar masivamente no porque crea en las mentiras que periódicamente emite la mayoría pro-gobiernera de la directiva del CNE, sino porque confía en el poder de cambio de la avalancha ciudadana, y en los centenares de miles de miembros de mesa, testigos y vecinos voluntarios que defenderán el voto del pueblo en las mesas electorales, como corresponde, y en las calles, mediante la movilización pacífica y contundente que -de acuerdo al texto constitucional- es un inalienable derecho ciudadano.
Al defender el derecho a postular al exiliado político Carlos Vecchio la Unidad Democrática no ha sido “negligente”: Ha sido consistente, firme y clara. Quien ha sido contradictoria es la directiva del CNE, al negar ahora una postulación que en principio había aceptado, y que es echada atrás por el miedo que quien se habría visto obligado a medirse con Vecchio no detrás de los escritorios de los burócratas, sino en la disputa de los votos de El Soberano.
El régimen que impone la censura y promueve la autocensura habla ahora de “estrategias comunicacionales contra la institución”. El régimen que monta la trampa confusionista de una tarjeta gobiernera que es una copia de la Tarjeta de la Unidad, habla ahora de una supuesta “campaña sucia para confundir al electorado”. El cinismo oficial no impedirá el triunfo del pueblo democrático.
El régimen no tiene fuerza para evitar que haya elecciones, no tiene fuerza para ganarlas, pero no tiene vergüenza para admitirlo. De enseñársela se encargará el pueblo unido, porque este clamor de cambio si tiene fuerza, ya que –como bien dice nuestro himno nacional-, “¡La Fuerza Es La Unión!”