El Gobierno de Panamá honró a once militares ejecutados el 3 de octubre de 1989 por intentar dar un golpe de Estado a la dictadura de Manuel Antonio Noriega, quien gobernó de facto el país centroamericano entre 1983 y 1989, informaron fuentes oficiales.
El presidente panameño, Juan Carlos Varela, entregó ascensos póstumos a los familiares de los caídos en la denominada “Masacre de Albrook”, miembros de las extintas Fuerzas de Defensa que fueron fusilados cuando fallaron en derrocar el régimen militar de Noriega, que caería meses después.
Varela también anunció que se conmemorará la acción de los caídos con un espacio en su honor, cuya ubicación no detalló.
“El Gobierno construirá un monolito y develará una placa en honor a estos valientes hombres, que servirán para que las presentes y futuras generaciones nunca olviden lo sucedido y podamos rendirles el justo homenaje que nuestra historia patria y la nación panameña tenemos la obligación de reconocerles”, expresó Varela según una declaración de la Presidencia.
También con ese objetivo, el Gobierno de Panamá publicó esta semana en Gaceta Oficial un Decreto Ejecutivo del 31 de mayo de 1990, firmado por el entonces mandatario Guillermo Endara, que le confirió el ascenso póstumo a los once panameños fusilados el 3 de octubre de 1989.
En un acto en la sede del Ministerio de Gobierno, los familiares de los caídos recibieron oficialmente estos ascensos de parte del presidente Varela, de los ministros de Gobierno, Milton Henríquez, y Seguridad Pública, Rodolfo Aguilera; y del alcalde de la Ciudad de Panamá, José Isabel Blandón.
“Hace 26 años sacrificaron sus vidas, convirtiéndose en mártires de una causa y en símbolos de uno de los períodos más oscuros de nuestra historia”, dijo el mandatario, quien insistió en que el Gobierno quiere saldar la deuda histórica que el país tiene con los fusilados.
“Lo que estos hombres hicieron por nuestra patria no fue en vano. Sus valientes acciones de rebeldía contra la tiranía, evidenciaron el resquebrajamiento de ese régimen autoritario, que finalmente fue derrocado meses tarde, el 20 de diciembre de 1989”, añadió Varela.
Subrayó que los panameños deben recordar por siempre y expresarle su profundo respeto a estos “once mártires”.
Susana Ortega, hija de Ismael Ortega, uno de los caídos, dijo en ese sentido que el interés de los afectados es que se haga el “reconocimiento que merecen las personas que han luchado por la democracia del país”, informó el canal local TVN.
Tras haber controlado a Manuel Antonio Noriega en su intentona golpista, los miembros alzados de las Fuerzas de Defensa fracasaron en lograr la caída del dictador y posteriormente fueron fusilados en un hangar de Albrook y en un cuartel en San Miguelito, en la capital.
El 20 de diciembre siguiente una invasión de Estados Unidos en Panamá terminó con la captura del militar, quien permaneció preso las dos décadas siguientes en el país norteamericano.
Mientras cumplía en Francia una condena de siete años de cárcel por lavado de dinero, Noriega fue extraditado a Panamá en 2011, donde permanece en una prisión cercana a la capital.
Desde allí, el pasado 24 de junio pidió perdón a todos los “humillados” o “perjudicados por sus acciones como comandante, en su nombre y en el de sus superiores y subalternos”.
Tras 25 años de silencio, su declaración no caló bien en familiares de las víctimas de la dictadura. Entonces, ante la posibilidad de que se diera casa por cárcel al dictador, Karina Ortega, otra hija de Ismael Ortega, dijo a la televisión local que se oponía porque “él (Noriega) tuvo cerebro para hacer tantas cosas malas”.
DC/EFE