Un condenado a la pena de muerte en Florida por matar a un compañero de celda pidió morir en la silla eléctrica y no mediante inyección letal, como han muerto los 46 prisioneros ejecutados en este estado desde el año 2000.
Wayne Doty, de 42 años, temería no morir de inmediato, además de argumentar, en parte, que es para alcanzar la “libertad espiritual”, según informó hoy el diario Tampa Bay Times.
Desde 1979, cuando se restableció la pena capital en el estado, 90 prisioneros han sido ejecutados, 44 de ellos mediante la silla eléctrica, el último de ellos Allen Lee Davis, en 1999, por el asesinato a puñaladas y golpes de la esposa de un ejecutivo de Westinghouse y de sus hijas, en 1982.
“Creo que su objetivo (de Doty) es que lo maten lo más rápidamente posible, creo que está nervioso que inyección letal sea encontrada inconstitucional”, señaló al diario Sean Fisher, un investigador que alguna vez trabajó para el reo.
Las ejecuciones en el estado han estado suspendidas debido a denuncias sobre la inyección letal que la consideran un castigo cruel y por lo tanto inconstitucional, pero se prevé su reactivación el próximo jueves 29 de octubre, cuando está programada la ejecución de Jerry Correl por el asesinato en 1986 de su exesposa, su hija, de 5 años, su exsuegra y la hermana de su exmujer.
Desde que los proveedores europeos cortaron hace años el suministro de sus fármacos para que no sean usados en las salas de ejecuciones, buena parte de los 32 estados donde sigue vigente la pena de muerte han experimentado dificultades para obtener suministros.
Algunos estados han usado nuevas fórmulas, que el año pasado fallaron en tres ocasiones provocando sufrimiento prolongado en esos presos antes de la muerte.
Este año Florida ha ejecutado un sólo preso, Johny Shane Kormody, condenado por matar a un banquero en 1993.
De los 90 presos ejecutados desde 1979, 21 han sido bajo el gobierno del actual gobernador, el republicano Rick Scott, el mismo número que bajo el mandato del exgobernador Jeb Bush (1999-2007).