Mientras esperaba su turno para batear durante una práctica, Anthony Rizzo fingió un swing grande y después tiró lejos su bate y miró fijo hacia el terreno de juego.
No hay duda de que el toletero de los Cachorros vio el gesto de José Bautista tras pegar un portentoso jonrón contra los Rangers que puso a los Azulejos en la final de la Liga Americana. Desde el clubhouse del Wrigley Field asomaron sonrisas socarronas.
Quienes disfrutan con ese tipo de actitudes, están de parabienes en los playoffs, en que tirar el bate lejos parece estar de moda.
Cuando se le preguntó el jueves por el gesto del dominicano Bautista, el novato de los Cachorros Kyle Schwarber dijo que le pareció «estupendo».
Los playoffs están en plena marcha y con ellos el debate en torno a qué festejos son aceptables y cuáles se pasan de la raya y constituyen provocaciones. A medida que los bates vuelan más alto, las discusiones cobran mayor intensidad.
Da la impresión que las nuevas generaciones son más tolerantes y tienden a pensar que todo depende de las circunstancias. El que un gesto sea ofensivo o no depende del momento y del lugar. Y los ganadores generalmente son más flexibles que los perdedores.
«No sé cuánto llevan haciendo esto. Pero ya es algo normal en el beisbol», declaró el manager de Toronto, John Gibbons.
Azulejos y Rangers estaban empatados 3-3 en el quinto y decisivo juego de su serie cuando Bautista empalmó un espectacular jonrón de tres carreras en la séptima entrada, con dos out. Tras conectar el tablazo el dominicano hizo una pausa, vio la pelota y acto seguido tiró el bate con fuerza, hacia arriba.
«Para ser honesto, no me acuerdo lo que pensé en ese momento», expresó Bautista. «Cuando le di, no pensé en lo que iba a hacer, ni sé por qué lo hice. Solo disfruté del momento, recorrí las bases y me fui al dugout».
El video de la jugada inundó las redes sociales y las propias grandes ligas avivaron el fuego al repetirlo varias veces en su cuenta.
Pero a Sam Dyson, que cedió el jonrón, todo esto no le hizo ninguna gracia. El serpentinero dijo que Bautista «tiene que ser un poco más respetuoso del juego» y otros peloteros cuestionaron también el gesto.
Para muchos, no obstante, la situación bien merecía un festejo como ese. El batazo decidió un partido muy tenso y loco, y clasificó a los Azulejos a su primera serie por el banderín de la liga desde que ganó el título en 1993.
«Fue un momento muy emocionante», manifestó el infielder de los Cachorros Starlin Castro el jueves. «Cuando uno sale a batear y le pega a la bola fuerte y lejos, te emocionas tanto que haces cosas que después ni tú mismo entiendes».
Bautista, en todo caso, no está solo. Han abundado acciones similares en los playoffs.
El jardinero de los Astros Colby Rasmus hizo algo parecido después de pegar un jonrón en el Yankee Stadium en un juego entre comodines. Schwarber lo imitó la noche siguiente contra los Piratas.
«Hago lo mío», se justificó Schwarber. «Tendré más cuidado, pero no es nada exagerado».
Lo de Rasmus y Schwarber fue algo inocente comparado con lo del cubano Yoenis Céspedes, que después de disparar un cuadrangular de tres carreras en la victoria 13-7 sobre los Dodgers elevó el bate y luego lo dejó caer en el tercer juego de esa serie.
«Mira lo que sucede en todos los deportes. Todos festejan más que antes», dijo Gibbons. «En nuestro deporte en particular, si uno de tus muchachos pega un hit importante, a nadie le importa (lo que haga). Si eres del otro equipo, a nadie le gusta. Creo que no hay que prestarle mucha atención».
DC/AP