Esta es una festividad originaria de la Iglesia Católica, donde se pretende incluir a todos aquellos santos que no tienen una fecha propia dentro del calendario eclesial. Su historia se desarrolla en tiempos bastantes remotos, puesto que al principio sólo los mártires y San Juan Bautista tenían un día especial para ser honrados, sin embargo, en la medida en que fue aumentando el número de santos se consideró establecer un aniversario común para todos los santos, en que se establece el 1 de Noviembre para llevar a cabo dicha celebración.
La Iglesia Católica los identifica como “aquellos que han dedicado gran esfuerzo en que su propia vida sea los más agradable posible ante los ojos del Señor”.
Para ser santo se tiene que ser canonizado por el Sumo Pontífice, luego de haberse corroborado su participación en milagros de rango admirable, y por llevar una vida fácilmente comprobable como heroica.
Realmente este título amerita el estudio profundo del estilo de vida del aspirante con la finalidad de determinar si fue realmente ejemplar, y de esta manera ser declarado primeramente Siervo de Dios. Si además se considera que posee virtudes heroicas, se declara Venerable.
Seguidamente, si es partícipe de algún milagro científicamente inexplicable se declara como beato. Y si luego se conoce de algún nuevo milagro por el cual se haya intercedido, se declara por el Papa como Santo. Además de ser un procedimiento riguroso, pueden pasar años. Incluso se dice que existen muchos Santos que no han sido canonizados y que la celebración de este día es especialmente dedicada a ellos.
En la tradición católica se celebra el primero de noviembre y en la iglesia ortodoxa el primer domingo luego de Pentecostés.
DC|EP