Un proceso digestivo regularmente tarda entre 18 y 24 horas. Los residuos de lo que ingerimos deben salir del organismo en ese intervalo de tiempo. “Una alimentación a base de tres comidas diarias debería incluir, en un cuerpo sano, dos defecaciones al día”, explica Nelson Peña, especialista en medicina biológica.
Esta dinámica hace que el colon acumule y expulse gases. El colon tiene baterías protectoras que ayudan al proceso digestivo y, cuando hay un trastorno, estas se transforman en bacilos que generan olores insoportables. La inflamación y el dolor de abdomen se conoce como colon irritable, se presenta cuando las enzimas no desdoblan los alimentos de manera correcta. Los trastornos de la función enzimática generan malestares como reflujo, pesadez, eructos, gastritis y gases que luego pueden desembocar en enfermedades graves.
“El 80% de las enfermedades del ser humano comienzan en un colon que no funciona bien”, sostiene Peña. “Cuando estos malestares se vuelven crónicos pueden afectar la función del páncreas, el hígado, la vesícula biliar, el esófago, el estómago y el intestino delgado”. Cuando se detecta un trastorno digestivo se debe iniciar de inmediato un tratamiento para restablecer la función intestinal. Todas las personas están a tiempo de tomar cartas en el asunto. Porque prevenir es curar, hay que actuar lo más pronto posible para vivir saludablemente y sin enemigos al acecho.
Si usted es intolerante al gluten, tenga en cuenta: cereales como el trigo, la avena, la cebada, el centeno, la espelta, poseen gluten como proteína. El gluten, por tanto es una proteína que se encuentra naturalmente en este grupo cereales.
El gluten de trigo se caracteriza por ser insoluble en agua; sus propiedades proporcionan a los alimentos preparados a base de trigo como el pan, las pastas, las galletas, beneficios nutricionales únicos, además de elasticidad, resistencia y firmeza.
Libre de gluten, se llaman así a los cereales: arroz, maíz, quinoa, amaranto, sorgo, trigo sarraceno, y a los que han sido elaborados con ingredientes que no contienen gluten como salsas, ensaladas, jugos, leches, arepas, chocolate, entre otros.