La mujer alemana de 45 años detenida como la posible madre de los ocho bebés cuyos restos mortales fueron hallados en una vivienda de Baviera admitió hoy a la policía haber dado muerte a «varios» de los hijos que trajo al mundo, inmediatamente después de su alumbramiento.
La sospechosa, contra la que se dictó orden de prisión preventiva por sospecha de asesinato múltiple, fue localizada ayer a última hora de la tarde en una pensión de Kronach, a unos 15 kilómetros de la pequeña localidad de Wallenfels donde habían sido hallados los cuerpos, envueltos en toallas y bolsas de plásticos.
El caso se reveló la noche anterior, al descubrir una vecina de la casa restos humanos, que resultaron corresponder a ocho bebés, sin que hasta ahora se haya podido establecer sexo o momento de su muerte.
La detenida había vivido en esa casa hasta unos meses atrás, en que desapareció tras una violenta discusión con su marido, con quien tenía otros tres hijos.
Los restos mortales se encontraban «en mal estado», según fuentes de la investigación, y deberá esperar a los resultados de las autopsias, la próxima semana, para establecer las circunstancias de su muerte.
Según medios alemanes, la mujer y su esposo, así como sus tres hijos en común, formaban una familia bien integrada en la localidad.
Sin embargo, la propia mujer había contado alguna vez, ebria, que ocultaba cadáveres de bebés en su casa, lo que repitió a gritos en su última discusión, antes de desaparecer, con su esposo.
El caso de Wallenfelds sigue a otros crímenes similares ocurridos en Alemania, el más grave de los cuales fue descubierto en 2005 en el estado de Brandeburgo, en el este del país, con el hallazgo de nueve cadáveres de bebé enterrados en maceteros.
La madre fue condenada a quince años de prisión y el asunto conmocionó a la opinión pública alemana, pues los hechos no habían llamado la atención ni de familiares ni de vecinos.
Su juicio reveló que la parricida se emborrachaba al ponerse de parto, daba a luz en secreto, envolvía a los bebés en toallas y, tras asegurarse de que estaban muertos, los metía en bolsas de plástico y los enterraba en los maceteros.