«Toda mi vida he visto derramarse la sangre de los musulmanes. Rezo para que Alá rompa las espaldas de sus opositores (…). Pido que sean exterminados».
Son palabras de Abdelhamid Abaaoud, un belga de origen marroquí de 27 años a quien las autoridades francesas consideran el cerebro detrás de los ataques que el viernes 13 de noviembre dejaron 129 muertos en París.
Aunque la Fiscalía de Bélgica no tiene constancia de ello.
La declaración fue difundida en un video en 2014.
«Por supuesto, no es divertido hacer correr la sangre. Pero de vez en cuando es placentero ver la sangre de los infieles», decía también en francés.
Por aquél entonces Abaaoud estaba en Siria, entrenando con el grupo autodenominado Estado Islámico, el mismo al que los expertos atribuyen los atentados.
Las autoridades de Bélgica-el país en el que nació y había vivido hasta entonces- lo sabían, ya que lo habían identificado en otro video de EI, conduciendo un vehículo de la organización con el que transportaba cadáveres a una fosa común.
Según las autoridades francesas, los allanamientos de este miércoles en el barrio St Densi de París, en el que murieron dos personas, tenían como objetivo capturarlo.
El desprecio de la familia
Poco después, en otoño del año pasado, las autoridades anunciarían que había muerto en Siria.
Su familia lo celebró.
«Estamos rezando para que Abdelhamid esté realmente muerto», llegó a decir su hermana, Yasmina Abaaoud.
Y es que no era precisamente un hijo modelo.
De adolescente fue expulsado del Collège Saint-Pierre d’Uccle, una prestigiosa escuela en la que había sido admitido un año antes.
En 2010, a sus 22, fue encarcelado por delitos menores, en la misma prisión en la que cumplía condena Ibrahim Abdeslam, uno de los atacantes suicidas de la cafetería Comptoir Voltaire y hermano de Salah Abdeslam, a quien también se le relaciona con la matanza y sigue a la fuga.
Con ellos seguiría en contacto después, ya que todos vivían Molenbeek, un distrito de clase obrera de Bruselas que tiene «la mayor concentración de combatientes extranjeros», según Liesbeth van der Heide, del Centro para el Terrorismo y Contraterrorismo de la Universidad de Leiden, en Holanda.
A principios de 2013 Abaaoud fue a Siria, a unirse al grupo también conocido como ISIS, de acuerdo a los expertos que siguen el rastro a los yihadistas belgas.
Y también reclutaría para la organización a su hermano menor, Younes Abaaoud, de 13 años y residente también de Molenbeek.
Su propio padre, Omar Abaaoud, lo denunció en mayo y colaboró con el fiscalía belga en el caso contra él por el reclutamiento.
«No puedo soportarlo más», dijo Abaaoud padre a la prensa local entonces.
«Ha destruido a nuestra familia. No quiero volver a verlo más».
Idas y venidas a Siria
Pero a pesar del anuncio de las autoridades y de los deseos de su familia, Abaaoud no murió en otoño del año pasado combatiendo por EI en Siria.
El joven, también llamado Abu Umar al-Baljiki, estaba en ese tiempo de camino a Europa.
No era la primera vez que hacía el trayecto, y los servicios de seguridad europeos rastrearon su celular, hasta perderle la pista en Grecia.
Pero a partir de la llamada que hizo desde Atenas a un compañero en Bélgica, la inteligencia europea supo de sus planes de regresar a ese país.
Así informó esta semana una cadena de televisión belga.
Su regreso a Europa coincidió con el llamado de Abu Muhammad al Adnani- un líder de EI por cuya cabeza Estados Unidos ofrece hoy US$5 millones- para matar «infieles».
Las autoridades sospechan que pertenece a una rama de EI en Siria llamada Katibat al-Battar al Libi, de orígenes libios, y que se dedica a reclutar yihadistas en Europa.
Y también creen que ya en Bélgica logró establecer y financiar una célula en Verviers, en el este del país.
Ésta fue desmantelada en una redada en enero.
Paradero desconocido
Según las fuerzas policiales en la operación fallecieron dos yihadistas: Khalid Ben Larbi, alias Abu Zubayr, de 23 años, y Soufiane Amghar, alias Abu Khalid, de 26.
Abaaoud no cayó, pero a través de Dabiq, la revista en inglés que EI utiliza para hacer propaganda, confirmó su relación con la célula.
«(Junto con otros dos militantes) establecimos una casa de seguridad, mientras planeábamos llevar a cabo operaciones contra los cruzados», contó.
«La inteligencia me conocía de antes, porque ya me habían llevado a la cárcel», señaló.
Pero «Alá los ha cegado y he podido huir y venir a Sham – la «Gran Siria», territorio histórico que EI reclama e incluye Siria, Líbano, Jordania, Israel, los territorios palestinos y la provincia de Hatay, actualmente en manos turcas-, a pesar de estar siendo perseguido por tantas agencias de inteligencia».
También se le ha relacionado con un intento de atentado en un tren que hacía el recorrido Ámsterdam-París el 21 de agosto de este año.
Hoy, aunque las autoridades de Francia y Bélgica no se han puesto de acuerdo sobre su grado de responsabilidad para con los ataques, está en paradero desconocido.
DC/BBC Mundo