El papa Francisco está determinado a atajar los males de la Curia y así lo volvió a demostrar hoy, cuando quiso expresar personalmente que el reciente caso del robo de documentos reservados de la Santa Sede no le apartará de las reformas que quiere realizar.
Francisco no ha querido expresarse con un comunicado o una declaración de su portavoz y ha preferido que todo el mundo, pero sobre todos los fieles, pudieran conocer hoy su opinión respecto al último escándalo dentro de los muros vaticanos, durante su mensaje tras el rezo del Ángelus.
«Sé que muchos de vosotros estáis turbados por las noticias que han circulado en estos últimos días a propósito de documentos reservados de la Santa Sede que han sido sustraídos y publicados y quiero decir, antes que nada, que robar estos documentos es un delito. Es un acto deplorable y que no ayuda», dijo el papa asomado a la Plaza de San Pedro desde la ventana del palacio pontificio.
Se refería al llamado caso «Vatileaks2» (en referencia al anterior por el que el Vaticano condenó al mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele), por el que fueron detenidos el pasado fin de semana el sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda y la italiana Francesca Chaouqui.
El español, de 54 años, fue secretario de la ya disuelta Comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (COSEA), que el papa creó para investigar el estado de las finanzas, y varios documentos producidos por este organismo aparecen en estos libros, donde se denuncia el derroche y la mala gestión de las cuentas de la Santa Sede.
Por ello Francisco recordó en su mensaje que el él mismo había «pedido hacer ese estudio» (sobre las finanzas vaticanas) y que tanto él como sus colaboradores «ya conocían bien» todos estos documentos.
Aseguró que «ya se han tomado medidas que están dando sus frutos».
Pero, sobre todo, Francisco quiso con este mensaje reiterar que nada ni nadie le apartarán de su intención de continuar las reformas en la Curia.
«Quiero decirnos que este triste hecho no me desvía ciertamente del trabajo de reformas que estamos realizando junto con mis colaboradores y con el apoyo de todos vosotros», añadió Jorge Bergoglio.
Y mandó un mensaje: «La Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado».
El papa además tacha de «delito» la sustracción de documentos, que han aparecido en dos libros que se publicaron el jueves: «Vía Crucis» de Gianluigi Nuzzi y «Avarizia» de Emiliano Fittipaldi, que podrían tener penas de hasta ocho años de cárcel.
Vallejo Balda, por el momento, se encuentra en detención preventiva en el edificio de la Gendarmería vaticana.
La ex relaciones públicas, quien fue miembro del COSEA, fue puesta en libertad y a disposición de la magistratura.
Ambos están a la espera de que se terminen las investigaciones preliminares y se formulen los cargos.
Si hoy el mensaje fue para los llamados «cuervos», como se ha definido a los que han filtrado documentos, el pasado viernes la denuncia fue contra los sacerdotes y obispos «apegados al dinero», los «arribistas, que perjudican a la Iglesia.
Francisco criticaba en la homilía de su misa matutina que oficia cada día en Santa Marta a quien lograba «un estatus y vivía cómodamente sin honestidad, como esos fariseos de los que habla Jesús».
Algunos días antes había concedido una entrevista al diario holandés «Straatnieuws» del colectivo de los sin techo y en la que afirmaba que los eclesiásticos «no pueden vivir como faraones».
En los libros con documentos secretos de la Santa Sede y en los que se da cuenta de irregularidades financieras en el Vaticano también ocupa un gran espacio a los excesos de gasto cometidos en algunos casos por cardenales.
En concreto se ofrecen datos de los apartamentos de los que disponen algunos de ellos, como el ático en el que vive ex secretario de Estado Tarsicio Bertone o cómo cardenales y otros miembros de la Curia viven en apartamentos que superan los 200 metros cuadrados.