Si de algo le ha servido a este país que la mayoría parlamentaria haya estado en manos del PSUV, en este periodo legislativo que felizmente termina el domingo, es habernos dado el ejemplo de lo que jamás debería ocurrirle a losvenezolanos a la hora de designar a sus futuros diputados en la Asamblea Nacional. Desde el mismo día en que esos parlamentarios se instalaron, lo que había sido paraninfo para el debate libre y democrático de las fuerzas políticas que lo constituían, poco a poco se fue transformando en una barraca cuartelaría, donde los escupitajos, ofensas y golpes contra la bancada opositora, se convirtieron en la agenda permanente del capitán del mazo y presidente saliente.
Votar libre y democráticamente le costó un largo periodo histórico de sacrificio, coraje y valentía a este noble pueblo. La férrea dictadura de Juan Vicente Gómez y el tenebroso régimen del General Marcos Pérez Jiménez, dan fe de ello. La Constitución del sesenta y uno le trajo al país el régimen parlamentario que hoy tenemos con los avances, que por supuesto, el constituyente del noventa y nueve le incorporó en aquel rico debate legislativo. Los conceptos de democracia representativa y delegada dieron paso a la actual democracia, protagónica y participativa. Hasta aquí llegamos, gracias al régimen de partidos, conquistado a sangre y fuego el 23 de enero de 1958.
De nuevo nos encontramos en el tronco de la horqueta y de nuevo como así ha sido en estas últimas cinco décadas, seremos cada uno de los que tenemos la capacidad de elegir, quienes definiremos el rumbo de lo que vendrá. Este jueves se acaba la campaña y el país entero ha visto como el principal responsable de la crisis que vivimos; asediado, solitario y amenazante, no se cansa de promover la confrontación y el odio, que a contrapelo de su discurso, tiene hastiado a quienes pasan sus días de cola en cola. El país que se pronunciará este 6 de diciembre, evidentemente es otro y la fuerza de su conducta, será igual a la dimensión de la estafa de la cual fue víctima.
La tarea a cumplir por quienes mesa a mesa, este domingo facilitaran y servirán de testigos del proceso eleccionario, será más que titánica. El mandado no está hecho, si bien hay una voluntad de cambio en el país, el gobierno con el uso y abuso del poder emanado de todas las instituciones del Estado, harán lo imposible por frenar la aspiración que hoy es un clamor nacional, de allí que se impone no sólo llamar y movilizar a nuestros electores, debemos defender, allí en ese teatro de operaciones, la soberanía popular, como valor supremo de la libertad y el deseo de vivir una vida digna como nos la merecemos todos quienes habitamos en este país lleno de futuro.
Vamos a votar. ¡Abajo, a la izquierda, en la esquina, la de la manito! Quien se abstenga tiene el derecho de hacerlo, pero le hará un daño terrible a esta gran oportunidad histórica de torcerle el brazo a la violencia, la corrupción, la escasez, a la incapacidad y al autoritarismo del gobierno de Maduro. Aquel pueblo que acompañó a Bolívar y Zamora; el que derrotó la dictadura perejimenista e instauro la era democrática, es el mismo del 27 de febrero y el que cifró esperanzas en el Hugo Chávez del 4 de febrero. Ese y no otro, es el que este domingo ira decidido a demostrarle al mundo que Venezuela quiere cambio, vamos con él, a defenderle su decisión, así sea con nuestra vida misma.
DC/ Abog. Douglas Zabala/ @douglazabala