Cadáveres de niños momificados, muñecas eróticas y esculturas fálicas son algunos de los ídolos de culto venerados por los más supersticiosos en Tailandia para mejorar su buena fortuna.
A principios de este mes, un tailandés se encontraba pescando en unas rocas cuando una muñeca de silicona con postura erótica se le enganchó en el anzuelo en la provincia de Nakorn Si Thammarat, en el sur del país.
Pensó devolverla al mar, pero se quedó dormido y tuvo un sueño en el que la muñeca le imploró: «No me dejes en la roca. Por favor, llévame contigo. Tengo buenas intenciones. Puedo traer suerte a los que sufren la crisis», según el diario local «Daily News».
Somchok Kulpakdi, un amigo del hombre que pescó la muñeca, llevó el amuleto a un templo, donde atrajo a numerosos vecinos para venerarlo hasta que los monjes pidieron que se lo llevaran porque no lo consideraban adecuado para un lugar religioso.
Sin embargo, los clérigos de otro templo llamado Thao Tho decidieron acoger la muñeca, de unos 30 centímetros, dentro de una urna de cristal a la que acuden los vecinos a rezar y pedir favores.
No es el primer ni el último objeto estrambótico de culto en Tailandia.
En el templo Mahabut de Bangkok, hay un niño pequeño momificado en una urna de cristal al que acuden tailandeses supersticiosos para solicitar salud, amor o dinero, los tres pilares universales de la fortuna.
Con el rostro infantil y tono dorado, el ídolo se encuentra semienterrado en billetes verdosos de 20 bat (0,55 dólares) y flanqueado por varias ofrendas como peluches, casas y coches de juguete.
«A veces sueño con el niño. Desde hace mucho se cree que si haces méritos (actos buenos) en relación con los niños, ya muertos o espíritus, recibimos suerte», afirma a Efe Wan, una tailandesa después de rezar y dejar un pequeño donativo frente a la urna.
«A veces mi novio ha tenido suerte y ha conseguido dinero. A mí me ha tocado la lotería. A mi hermana le ha tocado la lotería muchas veces», asegura la devota, de 31 años, que atribuye esos golpes de suerte a los poderes del niño momificado.
Un monje del templo, que no quiso revelar su nombre, explicó que el cadáver momificado era el hijo de un policía que tras fallecer hace varios años, no se descompuso.
«La verdad es que lo trajeron aquí para organizar un funeral, pero como el cadáver se quedó sin descomponerse, la gente pidió al templo que lo conserváramos», señaló a Efe el religioso.
Desde entonces se quedó como uno de los ídolos más venerado en el templo, tal como ocurre en otros lugares de Tailandia donde fetos o cadáveres infantiles son adorados por sus supuestas propiedades mágicas.
Más del 90 % de los tailandeses practica el budismo, que en muchos casos está mezclado con creencias animistas, hindúes o del folclore religioso chino.
Es habitual que en los templos tailandeses, además de figuras de buda, haya altares dedicados a los espíritus, deidades hindúes como Ganesha o Brahma o de origen chino como Guan Yin.
Para los más románticos, en la parte trasera del hotel Swissôtel Nai Lert Park de Bangkok se encuentra el conocido como «altar de los penes» al que acuden las parejas para pedir un hijo.
Flanqueado por penes y esculturas fálicas de todos los tamaños, el altar se encuentra en un apacible rincón cobijado bajo frondosos árboles y junto a un canal en el centro de la capital tailandesa.
Según la tradición, a las parejas que depositen una figura con forma de genital masculino como ofrenda ante Mae Tuptim («Espíritu del Granado») le será concedido un hijo.
Diariamente, empleados del hotel limpian el altar, en el que hay depositados más de una veintena de penes, con tamaños desde unos pocos centímetros a más de un metro.
Como todos los creyente, los empleados no se olvidan de realizar una reverencia con las manos juntas antes de marcharse.
DC|EFE