«Es claro que hubo una traición de Sean Penn a Kate del Castillo», señaló la periodista mexicana y amiga de la actriz Lydia Cacho, tras haber conversado con ella la semana pasada sobre sus vínculos con el narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán. Las declaraciones las dio Cacho en el programa «Al Punto», que conduce el reconocido periodista de Univisión, Jorge Ramos.
Cacho también habló sobre el miedo que tiene el gobierno de México de que la actriz cuente su versión de los hechos.
“Ella está muy asustada. No puede entender por qué estos ataques tan virulentos por parte del gobierno Mexicano», dijo Cacho.
Según Cacho, Kate recibió una amenaza, enviada por una amiga suya que es actriz, por parte del secretario de gobernación de México diciendo que no iba a haber película y que no se metiera con ese tema.
“Hay una preocupación clara por parte del gobierno Mexicano sobre aquello que podría revelar (…) Yo creo que el ataque del gobierno a Kate tiene que ver con las críticas que ella hizo. Es claro que hubo una traición de Sean Penn a Kate del Castillo. Sean la utilizó», subrayó la comunicadora.
El conductor del programa, Jorge Ramos, dijo que el temor del gobierno Mexicano al que se refería la periodista es con respecto a quiénes ayudaron a «El Chapo» a escaparse de la cárcel, también por el hecho de que los narcotraficantes invierten dinero en las elecciones en México, entre otras cosas.
El actor estadounidense, Sean Penn, aclaró que el encuentro con «El Chapo» Guzmán fue propiciado por la actriz, a quien el narcotraficante había pedido que se encargara de llevar a cabo la película biográfica del narco.
Sean Penn quería a la fuerza la entrevista. Cacho agregó que «Kate no hizo el artículo. Sean se deshizo de Kate una vez que la utilizó para contactar a «El Chapo» Guzmán y ya no quiso que ella firmara [ella] siquiera el artículo».
Tras el escándalo de la popular actriz que encarnó a una seductora jefa del narcotráfico en la serie La reina del sur, Del Castillo fue citada a declarar por la fiscalía mexicana como testigo.
DC | El Comercio