Desde las 4:00 de la madrugada de este lunes, los privados de libertad que permanecen en Pata e´ Palo, comisaría de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), comenzaron a reventar las paredes, haciendo huecos sacando parte de cabillas de los muros, así como pedazos de concretos que usaron para dañar su cuerpo.
Exigían traslados a los distintos centros penitenciarios, porque se encuentran hacinados, son 159 reos permanecen en esas instalaciones.
Con cinco pabellones cuenta la PNB, dos de ellos fueron hechos de forma improvisada, en uno tienen a 17 detenidos con condiciones especiales de salud, en otro están las mujeres que también son pocas y el resto de la población penal están divididos en tres, desde donde empezó el alzamiento.
Desde horas de la madrugada toda la avenida Libertador fue tomada por la Brigada Operacional de la PNB, quienes cerraron el acceso por medidas de seguridad.
Aproximadamente entre 5:00 y 6:00 de la mañana acudieron hasta la sede de la Policía del estado Lara, para solicitar apoyo.
Fueron 35 en total los que se cortaron entre las piernas, brazos y rostros.
Los internos fueron sacados de los tres calabozos, y trasladados entre patrullas de la PNB y camiones de Polilara, ingresándolos hasta la emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda (HCAMP). Esposados entre dos y tres internos, iban llegando al centro asistencial, allí los ubicaron en el pasillo de la entrada a emergencia y fueron atendidos y suturados por lotes.
La emergencia del HCAMP también fue tomada por hombres y mujeres uniformados de la PNB.
Los pasillos de la emergencia estaban llenos de sangre, en el rostro y en el hablar de algunos se notaba que estaban bajos los efectos de estupefacientes.
“Es nuestra lucha, esto lo hacemos por nuestros derechos humanos, por nuestras vidas”, era algunas de las cosas que expresaban.
La principal petición es el traslado hacia los diversos centros penitenciarios, porque se encuentran hacinados, duermen en especies de hamacas improvisadas hechas con sábanas, bien sea en el piso sentado o de pie toda la noche, porque no tienen espacio para dormir. El aseo tampoc es adecuado, deben hacer sus necesidades en bolsas y en ocasiones en los envases en donde les llevan la comida, porque las cloacas del lugar están colapsadas.
Quieren mantener el contacto con sus familiares, tener visitas largas, pero es esta sede es imposible, debido a que en la PNB por ser un centro de reclusión transitoria, no les permiten visitas de horas, porque carecen de las condiciones para hacerlo.
En el momento en que los privados de libertad estaban saliendo de retorno a la PNB, uno de ellos golpeó a un supervisor del cuerpo policial y tras ser neutralizado, el resto de internos se le fueron encima a los uniformados, saliendo de control la situación por unos minutos, lo que llevó a cerrar el acceso a la emergencia. Fueron los Polilara quienes restituyeron el orden.
Familiares de los reos se encontraban en las afueras de la emergencia angustiados por la situación, y otros a la espera en las puertas de la comisaría de la PNB.
Hasta las 10:00 de la mañana el acceso hacia el comando de Pata e` Palo estaba trancado, la Brigada Antimotín seguía instalada en el lugar y los familiares de los reos en los alrededores, alertas ante lo que pasará. Muchos prefirieron callar y no quisieron decir nada al respecto.
Por fuentes ligadas a la PNB se conoció que los pabellones iban a ser revisados y se haría una requisa, con el objetivo de decomisar lo que utilizaron para autoflagelarse, como también para hacer las reparaciones a las paredes dañadas.
En horas de mediodía el paso vehicular por la avenida Libertador ya estaba restituido y un grupo de reos fue trasladado hasta el comando principal de la PNB, ubicado en la antigua Unidad 51 de Tránsito Terrestre, conocida como la Aduana, hacia la Zona Industrial I, al oeste de la ciudad.
La misma fuente ligada a la PNB confesó que no todos los uniformados estaban preparados para controlar un motín y que en sus manos tienen una bomba de tiempo, porque los internos están cansados de la forma en la que están conviviendo y piensan que en cualquier momento pueden intentar fugarse o temen lo peor: que alguno atente contra la vida de un efectivo.
Hacen un llamado a las autoridades del Servicio Penitenciario para que encuentren soluciones urgentes y den el permiso a los directores de los distintos penales para recibir a los detenidos. De este modo, tanto ellos como el cuerpo policial, podrá mejorar su rendimiento y efectividad en las calles, en vez de dedicarse a cuidar detenidos en las comandancias.