Jesús Aceves, mejor conocido como Chuy, genera una mezcla de sorpresa y susto cada vez que sale a la calle pero, desde pequeño, se acostumbró a miradas indiscretas e insultos. Una extraña enfermedad le deja el rostro cubierto de pelo y un aspecto de «hombre lobo» que casi nadie acepta.
Chuy como le gusta que le llamen, no acabó sus estudios. Con apenas 13 años se refugió en la bebida y empezó a trabajar en el circo junto a dos de sus primos, que también padecen la llamada hipertricosis o síndrome del hombre lobo, de la que sólo se han documentado unos 50 casos en toda la historia.
Sin estudios y un aspecto que sólo le cerraba puertas, por años, Chuy no veía otra opción que ganarse la vida exhibiéndose en los circos para el morbo del público y a cambio de apenas ocho dólares al día.
«He tenido suerte y estamos bien. Es complicado a veces pero yo creo que siendo una persona honesta y con buenos sentimientos puedes llegar a tener una buena familia», dice Chuy, que actualmente se dedica a recolectar botellas y cartones en la calle.
DC/Agencia