Una bomba en el corazón comercial de Ankara se cobró este domingo la vida al menos de 27 personas y provocó cerca de 75 heridos, según fuentes oficiales. El ataque ha puesto de nuevo a la capital de Turquía en estado de alerta, ya que hace menos de un mes que un ataque de un grupo armado kurdo mató a 28 personas también en pleno centro de la ciudad.
“Un total de 27 de nuestros ciudadanos fueron asesinados cuando un coche explotó en el Parque Guven del distrito de Kizilay, y cerca de 75 de nuestros ciudadanos heridos fueron ingresados en diversos hospitales”, informó la delegación provincial del Gobierno en Ankara, que apuntó que 23 de las víctimas fallecieron en el lugar del ataque y cuatro ya en el hospital a causa de las heridas.
El suceso ocurrió a las 18:41 de la tarde (una hora menos en España), cuando un vehículo cargado de explosivos se empotró contra un autobús en una parada de transporte en la esquina del Parque Güven que da al Bulevar Atatürk, es decir, el centro neurálgico de la ciudad, y donde cada día —más aún los fines de semana— se concentran miles de personas para ir de compras, salir con los amigos o pasear por las cercanas calles peatonales. La detonación fue tan grande provocó que varios vehículos ardiesen y causó daños en edificios cercanos. “Todo el suelo está lleno de cristales rotos. La explosión afectó incluso a gente que se encontraba a cien metros del lugar”, explicó el periodista de Hürriyet Soner Gürel, en el lugar de los hechos. Numerosas ambulancias acudieron al área donde se produjo el atentado, adonde también se desplazaron artificieros de la policía. Los agentes de seguridad acordonaron la zona por miedo a una segunda explosión.
El Consejo Supremo de la Radiotelevisión de Turquía prohibió a los canales de televisión emitir imágenes del lugar de los hechos y de los cadáveres, mucho antes de que cualquier autoridad política compareciese o emitiese algún comunicado explicando qué había pasado. Sin hacer declaraciones públicas, el Gobierno se reunió de urgencia con la plana mayor de las Fuerzas Armadas, la Policía y los servicios secretos para tratar la situación, ya que éste no es el primer atentado de estas características que sacude al país en los últimos meses, tras cada uno de los cuales se ha acusado al Ejecutivo de fallos en las labores policiales y de inteligencia.
Ningún grupo había reclamado la autoría del ataque al cierre de esta edición. Por el modus operandi —un conductor que se inmola al mando de su vehículo cargado de explosivos— muestra similitudes al ataque del pasado 17 de febrero, reivindicado por los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), un grupo armado que se presenta como una escisión del PKK pero que, para otros analistas, sigue estando bajo las órdenes del mando de la guerrilla kurda. De hecho, TAK había prometido vengarse de las operaciones militares del Ejército turco en el sudeste del país, que han provocado la muerte de cientos de kurdos y han obligado a más de 300.000 personas a huir de sus hogares. Pero el atentado de febrero se produjo contra varios autobuses de transporte de funcionarios y personal militar, y en este caso el objetivo elegido es completamente civil, por lo que los ojos también se han vuelto hacia el Estado Islámico, al que se ha señalado como autor –si bien no los ha reivindicado públicamente- de los atentados de Diyarbakir el pasado junio (4 muertos), de Suruç en julio (33 muertos), Ankara en octubre (102 muertos) y Estambul en enero (11 muertos).
El País