Existen diversas versiones sobre la etimología de la palabra “Dodo” pero todas ellas son peyorativas. Incluso la primera denominación científica atribuida a esta especie de ave endémica de isla Mauricio era claramente despectivo: Didus ineptus.
Los últimos ejemplares de este pariente lejano de las palomas fueron vistos a finales del siglo XVII por lo tanto es imposible comprobar sus habilidades y capacidad mental.
No obstante, un estudio publicado en el número del mes de febrero de la revista Zoological Journal of the Linnean Society indica que el «Dodo» no era en realidad un animal tonto.
Es cierto que había perdido la capacidad para volar y era presa fácil para los humanos, lo que provocó su extinción en menos de 100 años desde la colonización humana de la isla de Mauricio, pero la capacidad cerebral del “Raphus cucullatus” nombre científico actual de esta especie, era comparable a la de sus familiares en el orden de los Columbiformes.
Los científicos han demostrado que una de las grandes cualidades de este espécimen extinto es que esta ara un ave con un buen olfato. El cerebro del «Dodo» tenía, por otra parte, un bulbo olfatorio relativamente grande, lo que hace pensar en que podía oler mucho mejor que otras aves. Los autores del estudio sugieren que los «dodos» no podían volar ni recorrer grandes distancias pero utilizaban el olfato para encontrar alimentos como frutas o pequeños vertebrados terrestres y crustáceos.
Los investigadores también descubrieron una curvatura inusual del canal semicircular del cráneo del “Dodo” los órganos de equilibrio situados en el oído, aunque por el momento no se ha podido plantear ninguna hipótesis sobre esta singularidad.
Para analizar las características de esta especie, el equipo liderado por Maria Eugenia Leone Gold, del Museo Americano de Historia Natural (Nueva York, EE.UU.) utilizó los cráneos de «Dodo» mejor conservados en el Museo de Historia Natural de Londres y, con la ayuda de tomografía computarizada de alta resolución, comparó los resultados con cráneos de siete especies de aves del orden al que pertenecen las palomas.
Comparando los cerebros de las aves en relación con su tamaños corporal total, los autores del nuevo estudio concluyen que el dodo tenía un cerebro “justo en la medida” que le correspondía y por tanto no hay ningún motivo para pensar que los humanos le podamos seguir atribuyendo el calificativo de tonto.
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