La muerte de Nastia, una niña de cuatro años, ha traumatizado a miles de personas en Rusia, que este martes dejaron flores en la estación de metro donde apareció su niñera, vestida de negro, con la cabeza en la mano y gritando que iba a hacerse explotar.
Según la policía, la mujer decapitó a la niña, que tenía problemas de aprendizaje, en el apartamento de la familia, en el noroeste de Moscú. Luego prendió fuego a la casa y salió a la calle.
La mujer fue detenida cuando se paseaba con la cabeza gritando «¡Alá es grande!» y está siendo examinada por psiquiatras, indicaron los investigadores.
Según algunos medios, la sospechosa es Gyulchekhra Bobokulova, una musulmana de Uzbekistán que tiene tres hijos y sufre psicosis.