A pesar de la crisis que vive el país los jóvenes no decaen a la hora de buscar su crecimiento personal, muchos estudian en escuelas y liceos bien establecidos, pero otros luchan en contra de las adversidades para lograr educarse.
En La Echeverría, sector rural de la parroquia Manuel Palacios Fajardo de Barinas, más de ciento cincuenta jóvenes son vistos cada mañana caminar con morrales, camisa y pantalón azul y zapatos de cualquier color, para su liceo construido con paredes de tablas y techo de palmas.
A esta institución, fundada 2013, asisten jóvenes campesinos que quisieran tener un liceo con paredes de bloques y concreto, que tenga canchas para deportes, sala de computación, baños limpios, agua para beber y biblioteca, pero nada ha sido posible.
Para los docentes es un sacrificio llegar a esta institución ubicada en zona rural de Barinas, y luego hacer todo lo posible para garantizar la enseñanza.
Las paredes son de tablas, el techo de palmas, permanecen sin agua para hidratarse durante las horas de clases y existe un solo baño, antihigiénico, que fue construido con latones, el cual es utilizado por varones y hembras.
Tampoco cuentan con ventiladores y en estos días de calor, los padres de los alumnos aseguran que a media mañana los muchachos ya han regresado a sus casas porque el ambiente «es un infierno».
Cada aula de clases está dividida con una media pared de tabla y con el paso del tiempo han logrado llevar desde la ciudad algunos estantes de metal, para colocar libros y otros materiales de estudio.
Lo único que se asemeja a las condiciones de un liceo que funciona en comunidades urbanas, es que los pizarrones son acrílicos y los docentes escriben con marcadores. Pese a la precariedad, han sido víctimas de la delincuencia.
¿Será que el gobierno no conoce este caso?
DC | EU