Antes de intentar encender los cacareados 13 motores para reactivar la economía, Nicolás debió constatar que están fundidos, el régimen los fundió al asfixiar a la empresa privada. Nicolás está empeñado en siquitrillarla iniciativa económica de los ciudadanos e impedir su desarrollo y promoción, marchando en contra de la Constitución y caminando contra las leyes de la economía, lo que se traduce en hambre y miseria. La incapacidad de Nicolás, sumada a su tozuda decisión de no cambiar el camino, nos obligaa concluir que en sus manos la economía no tiene aliento, ni el pueblo seguridad contra el hambre, la escasez y la inflación. Vete Nicolás.
“El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad”. Eso reza la Constitución (Art. 299), nada más lejano a la realidad. “El Estado, conjuntamente con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional”. La Constitución ordena al Estado marchar de la mano con la iniciativa privada, indicando el objetivo: “generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país”, exigiendo “una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta”, lo cual está reñido con el régimen más marruñero y menos transparente que hayamos tenido, en el que “participación” es mala palabra.
El resultado de los motores fundidos es la tragedia, que mide la encuestadora Datos con una cifra brutal, que es para llorar o para hacernos saltar de la modorra y exigirle ya la renuncia a Nicolás, en términos en que solo pueda decir sí. Maturén, gerente general de Datos, informa en estudio de opinión hecho en los dos primeros meses de este año, enero y febrero, que “90% de los venezolanos compra la mitad o menos de lo que necesita por falta de dinero”; esta cifra escandalosa encierra buena parte de la clase media y la totalidad de los sectores populares, y la gente está clarita, “82 % de los consultados responsabilizó a Maduro del problema, mientras 76 % manifestó no confiar en que él podrá manejarlo”.
Otro drama es que trabajamos exclusivamente para comer, a la casi totalidad de los venezolanos se le va la casi totalidad de sus ingresos en comprar alimentos, desatendiendo otros requerimientos. Este estudio de Datos revela cambio de prioridad del consumidor, hasta hace poco el primer lugar “era el cuidado personal y lucir bien, pero ahora es comer”. La segunda prioridad son los servicios de salud, y el arreglo personal llegó a la tercera posición.
Consultados los encuestados sobre cuáles son las actividades de las que puede prescindir, “21 % afirmó dejar de comer fuera de casa; 20 % desistiría de beber cerveza o licor en locales; 19 % estaría dispuesto de poner de lado el entretenimiento; 11 % la adquisición de ropa y calzado y 8 % la televisión por cable”.
La angustia del venezolano por adquirir sus alimentos, por tener lo indispensable para satisfacer la necesidad fundamental, ha llevado al venezolano hoy a que “no considere la inseguridad como su principal problema .La mayor preocupación es el alto costo de la vida, seguido del desabastecimiento”. Lo más grave de la situación es que la inseguridad ha crecido a niveles pavorosos, el crimen se lleva por delante a cualquiera y, no obstante, hay un enemigo peor y una angustia mayor, el hambre yel temor de no encontrar el alimento para los hijos y para la propia subsistencia.
Salir de Nicolás es un imperativo, sus motores están fundidos y de él no pueden esperar nada quienes alguna vez esperaron algo. Vete Nicolás, no le hagas más daño a Venezuela.
DC / Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano