17 años pasaron y 20 son muchos, por Luis Acosta

17 años son bastantes para cualquier gobierno o partido de gobierno. Y, cual sea el tipo de ambición que se tenga, la ocasión no se puede exagerar en notas centurianas. Por eso se creó EL REVOCATORIO. Mas, entonces, en el mundo de hoy, donde la participación ciudadana es cada vez mayor y consciente. En efecto, pueblos del tercer mundo -como se les dice-, como pueden ser Guatemala y Honduras, ya expresaron sus veredictos, y otros similares, como Ecuador, Nicaragua y Bolivia, han distribuido sus intenciones.

Pero, además, gobiernos más desarrollados, como Brasil y Argentina, están discutiendo sobre sus sentimientos y pareceres y, a parte que sean motivaciones cíclicas o pendulares las ocurrentes, lo importante de los resultados y primeras acciones indican un cambio de conducta en las líneas centrales para gobernar con inteligencia y equilibrio y no, por las vías tradicionales de manejar la voluntad de los pueblos a través de dadivas y participaciones ideológicas, ilegales y forzadas, que buscan el sostenimiento propio y no la institucionalidad del mundo social y colectivo a favor del país, que siempre han pregonado y mantienen en el gobierno y la nación por ejemplo, los habitantes de Costa Rica.

En eso consiste la diferencia abismal entre esta última Republica y sus colegas latinas. Ver a Arias como Premio Nobel de la Paz, involucra también el reconocimiento de las tesis de sus gobiernos. Así, el sostener sin desmanes y con absoluta perseverancia “el Sol del orden y la Luna de la claridad para disfrutar de la libertad” y con el don de la soberanía fortalecida y establecida por la unidad civil y no militar de su pueblo y sin disparates de sus dirigentes, que la mayoría han comprado la hermosa idea de que “si el País esta mal, ninguno de sus ciudadanos puede andar bien”.

Luego, por el Honor de la Nación, que dicen venerar y por la situación generalizada de que el país anda mal se pide al Presidente Maduro llame a elecciones presidenciales ya, entendiendo como única y valida razón y circunstancia , de que “el bien del país y la iniciativa de un presidente, que aun obrero, tiene la grandeza de reconocer las plenas desproporciones y los propósitos fallidos unos tras otros y mas por los malos momentos coincidentes de resonancia universal que por otras causas ni buscadas ni dirigidas pero “ que no han tenido la suerte de calar dentro de las mejores intenciones sino de caer en el riesgo natural que toda acción en la vida del hombre político tiene”.

En este sentido, recordamos a Diosdado, Carreño y al joven Rodríguez que la Democracia es participativa y reparativa: “lo que hoy se da con parquedad, mañana puede darse con largueza”. Por otro lado, todo gobierno que se cree único, corre el riesgo de producir la Unidad entre los demás. De todas formas, nada es más extensiva en el tiempo que la Democracia, donde los derechos no caducan y las oportunidades son siempre nuevas para todos.
DC / Luis Acosta / Artículista

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