La protesta comenzó por el incumplimiento en la entrega semanal de las bolsas de comida en el caserío Los Pelaos, en el municipio Mara. Tres horas después se necesitaron al menos 60 funcionarios de Polimara para contener a la comunidad. Hubo perdigonazos, un muerto, dos heridos, el saqueo al Instituto Municipal de Ambiente (IMA) y el incendio de dos camiones.
Los vecinos se concentraron a las 5.00 de la tarde en Flor de Mara. Se quejaban de que el alcalde Luis Gerardo Caldera Morales, «no cumplió» con el convenio de repartir bolsas de comida en los consejos comunales. Una patrulla llegó al lugar, los oficiales arremetieron contra los «pimpineros», comerciantes ilegales de gasolina. Uno de ellos empujó a Luis Eduardo García (27), apodado el «Morocho», y los vecinos se alzaron, denunció uno de los testigos a La Verdad.
Los vecinos en defensa de Luis Eduardo arrojaron piedras y palos a la patrulla, le partieron los vidrios y los policías se retiraron. Al cabo de unos minutos llegaron más de 60 policías disparando a todos los presentes. «Uno de ellos, al ver al «Morocho» se le acercó y le disparó en las costillas derechas».
Todos los manifestantes corrieron para protegerse de los perdigones. En la confusión hirieron en las piernas a Eudenys Villalobos y Benito Fuenmayor.
Al retirarse las patrullas, llevaron al joven herido al Hospital San Rafael. García perdía mucha sangre. A las 7.00 de la noche notificaron su deceso. La Policía regional y la Guardia Nacional custodiaron el nosocomio.
La comunidad al enterarse del deceso arremetieron contra las instalaciones del IMA. Robaron aires acondicionados, computadoras y quemaron un camión Tritón y otro del aseo urbano.
La Verdad llamó constantemente a los cuadrantes policiales de la Policía municipal de Mara, pero resultó en vano. Tartamudeaban, desviaban la información o trancaban el contacto telefónico para no ofrecer declaraciones de lo que ocurría en el sector. Los cercanos del «Morocho» lo describieron como un muchacho sano, «ni era de la protesta ni vendía gasolina», era mototaxista y cuando llegó la Policía «él estaba tranquilo sentado».
DC | LV