La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, enfatizó que no existen fundamentos para el posible juicio político en su contra, pues considera que, en otros casos similares se ha aplicado la ley de otra manera. Insiste en que no hay una acusación directa en contra de su persona sobre enriquecimiento ilícito, y sospecha que existen tácticas o estrategias, “cada vez peores” para su destitución.
“Siento que me están dando un tratamiento que no le dieron a otras personas antes. No fueron actos practicados para que yo me enriquezca indebidamente. Tengo la conciencia tranquila”, recalcó.
Admite que el juicio político es una posibilidad legal de Brasil, pero recordó que la Constitución dice que es necesario que existan crímenes de responsabilidad para que una persona pueda ser considera culpable y pueda abandonar el cargo de presidente de la República.
En rueda de prensa, la mandataria pidió a la comunidad internacional que vea la “baja calidad democrática” que vive actualmente la nación, y lamentó que lo que se de a conocer de su gestión sea un “monstruo de desvío y abuso de poder, de falta de compromiso con las instituciones y las practicas éticas”.
“Enfrento el golpe de Estado por convicción, que no es un golpe tradicional, pero es el golpe que recibo ahora. Es el golpe en donde se usa un proceso legal para perpetrar el mas abominable crimen que se puede practicar a una persona, que es condenar a un inocente”, expresó.
Rousseff prometió defenderse ante el Senado.
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