El presidente electo de Perú, el centroderechista Pedro Pablo Kuczynski, ganó las elecciones de su país por un pelo con la ayuda de un partido de izquierda, pero — a juzgar por lo que me dijo en una entrevista — no dejará de criticar los abusos contra la democracia en Venezuela.
Kuczynski, mas conocido por sus iniciales PPK, mantuvo una postura muy crítica con respecto al presidente venezolano Nicolás Maduro durante su campaña, pero hubo especulaciones de que suavizaría su discurso una vez electo. Pero cuando le pregunté si seguirá exigiendo la liberación de Leopoldo López y otros presos políticos venezolanos después de que tome posesión el 28 de julio, respondió: “¡Absolutamente!”
“Sigo manteniendo de que estos son presos políticos, y de que el gobierno de Maduro debería soltarlos inmediatamente”, me dijo.
En respuesta a una pregunta sobre si Venezuela debería celebrar un referéndum revocatorio este año, como lo exige la oposición, Kuczynski sugirió que está a favor de esa opción.
Señalando que la oposición venezolana ganó contundentemente las elecciones legislativas del 6 de diciembre y ahora tiene el control de la Asamblea Nacional, agregó que semejante victoria “debe reflejarse en el manejo del gobierno”, indicando que Maduro debería aceptar el derecho constitucional del Congreso a aprobar leyes.
Kuczynski, de 77 años, estudió en Oxford y Princeton, ha pasado gran parte de su vida en Estados Unidos, fue funcionario del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y durante muchos años fue un banquero exitoso en Nueva York y Miami. En Perú, fue primer ministro, ministro de Economía y Finanzas, ministro de Energía y Minas, y gerente del Banco Central de Reserva.
Toca la flauta y el piano, y tiene una personalidad jovial. En noviembre renunció a su ciudadanía estadounidense, y bromeó que lamentaba perder sus beneficios médicos en Estados Unidos.
Cuando le pregunté si ve un cambio político en América Latina, me dijo que “hay un ciclo que se está cumpliendo” refiriéndose al populismo de izquierda que se expandió durante la década pasada gracias a los altos precios de las materias primas. Ahora, las economías latinoamericanas han caído, y “los votantes buscan gente más práctica, y menos ideologizada”, dijo.
Agregó que “la gran prioridad en América Latina es hacer crecer nuestras economías” porque la región representa apenas el 8 por ciento del producto bruto mundial, lo mismo que en 1900. No hemos avanzado nada, continuó.
Para peor, la población latinoamericana está envejeciendo, y el número de ciudadanos de más de 60 años que necesitan servicios de seguridad social aumentará al doble en los próximos 20 años. “Si no nos equipamos ahora para enfrentar eso, en 15 o 20 años vamos a estar frente a crisis como la que tiene Grecia”, señaló.
Mi opinión: Kuczynski no la va a tener muy fácil. Tendrá que gobernar con un Congreso abrumadoramente opositor, donde sólo cuenta con 18 de 130 escaños, mientras que la lideresa de la oposición Keiko Fujimori tendrá 73 bancas.
(Cuando le pregunté al respecto, Kuczynski me dijo que, aunque es cierto que Fujimori tiene una amplia mayoría en el Congreso, también es cierto que muchos de sus legisladores “son invitados” del Fujimorismo, y que los legisladores de oposición tienen sus provincias “que necesitan cosas del gobierno”).
Además, los peruanos suelen ser extremadamente severos con sus presidentes. Aunque el Perú tiene tal vez la economía más exitosa de América Latina –ha reducido la pobreza mucho más que ningún otro país de la región, del 55 por ciento al 23 por ciento de la población en los últimos 15 años, según cifras de la ONU – los últimos tres presidentes peruanos han tenido índices de aprobación de menos del 20 por ciento durante sus mandatos.
Kuczynski necesitará la ayuda de Keiko Fujimori para logar apoyo legislativo para sus planes de desarrollo económico. Si Fujimori se lo niega, ella será tan responsable como él de que se acabe la reciente historia de éxito de Perú.
Por otra parte, si le permite gobernar, Fujimori logrará desmentir a quienes cuestionan sus credenciales democráticas, y Perú podrá convertirse en una estrella del mundo emergente, con una economía en constante crecimiento y un sostenido apoyo a quienes defienden las libertades fundamentales en Venezuela y otros regímenes represivos.
DC|ENH