Analfabetos políticos, por Alfonso Hernández Ortíz (@AlfonsoZulia)   

Recientemente estuve leyendo un buen libro de Giovanni Sartori, que recibí como regalo de cumpleaños de mi gran amigo Johel Salas y su esposa Raima, el texto “La Democracia en 30 Lecciones”, aborda su significado y las condiciones para hacerla posible, ahondando en su reflexión sobre el tema de la libertad política y la igualdad, de igual forma aborda el desarrollo de los modelos políticos entre el liberalismo y el socialismo, como la distinción entre las derechas e izquierdas, transitando entre la relación de  la democracia y el desarrollo económico, el peligro que representa el debilitamiento de la democracia, como también su futuro.

Y cito a Sartori, ya que en oportunidades después de escribir un artículo de opinión, recibo comentarios positivos, como también fuertes criticas de distintos actores políticos que se ubican en las tendencias partidistas que hoy dominan la escena electoral en Venezuela, todo dependiendo de los argumentos que pueda esgrimir sobre quienes se sitúan entre la oposición y el oficialismo, o para quienes erróneamente lo llaman derecha o izquierda; en una oportunidad a Sartori le preguntaron: Profesor, ¿pero usted es de derechas o de izquierdas? Y el mismo respondió: Buena pregunta, yo también quisiera averiguarlo desde hace mucho tiempo, pero todavía no lo he logrado.

Ciertamente, al igual que lo ha planteado de Sartori, la política no es un tema de ubicación de coordenadas, es un asunto de “Democracia”, de su calidad, del instrumento principal que le permite a los ciudadanos defender sus derechos y su libertad, es un asunto de “doxa”, es decir de opinión, donde los ciudadanos estén suficientemente informados sobre los asuntos políticos, para estar en condiciones de elegir, quienes decidirán sobre las cuestiones del gobierno.

Hoy no debatimos en el país, sobre si el futuro de la democracia está en la realización o no del referéndum revocatorio, en si nos gobiernan los políticos de izquierdas o de derechas, como si el efecto que conllevaría su resultado, mejoraría la calidad de nuestra democracia, resolviendo a priori los graves problemas que nos aquejan a todos, o por el contrario generaría una decepción generalizada al verse diluidas, inalcanzables y sustentables en el tiempo las promesas realizadas, ante la ausencia de un proyecto de acción, de ideas y propuestas para sacar al país de esta grave crisis donde nos encontramos sumergidos, generando este experimento “refrendario” un culetazo de tal magnitud, que por efecto rebote reanime las llamas del populismo y sea peor el remedio que la enfermedad.

Ciertamente la democracia “refrendaria”, que esta blindada en nuestra constitución, nos permite decidir a través de un proceso electoral, la permanencia o no del inquilino de “Miraflores”, es decir el nivel superior de las decisiones políticas del país, aun mas en un gobierno presidencialista, como el nuestro, ahora la paradoja seria, ¿cambiando de Presidente, cambiamos el sistema? Lograríamos transformar verdaderamente los problemas de nuestra democracia, donde todo se ha pretendido resolver a través de elecciones y resulta que nuestros problemas hoy son más complejos y diversos, he allí parte de nuestras contradicciones.

Precisa Sartori en su obra, “lo que parece una paradoja, si no incluso una contradicción, esto es, que la democracia tendría que ser un gobierno de la mayoría y en cambio es gobernada por una reducidísima minoría, en realidad no es tal”. He allí mi gran preocupación, si hoy nos gobierna una casta cívico – militar, ¿mañana quién nos gobernara un triunvirato que hoy domina la MUD?

Finalmente, considero al igual que lo ha dicho Rubén Blades, en la letra de hipocresía, “ya no hay izquierdas ni derechas: sólo hay excusas y pretextos. Una retórica maltrecha, para un planeta de ambidextros”. La Democracia es un asunto de resultados, de transparencia, de rendición de cuentas, donde el “demos”, el pueblo verdaderamente informado, decida por sí mismo, las cuestiones del “kratos”, es decir del poder, y sea verdaderamente competente para lograr la calidad de la “demokratia”. Bien lo plantea Sartori: Si no el sistema se vuelve suicida. Si confiamos a unos analfabetos (políticos) el poder de decidir sobre cuestiones de las que no saben nada, entonces ¡pobre democracia y pobres de nosotros!

 

DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo- Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia

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