El lunes 11 de julio a las 9:30 de la noche, un camión del aseo se detuvo frente a la subida de El Pinar en El Paraíso, Caracas, para que un grupo de personas comieran de las bolsas de basura que había recogido. La decisión del chofer se dio luego de ver a más de 10 personas corriendo detrás de él pidiéndole que les permitiera hurgar.
“Si no se organizan me voy, y si no dejan todo limpio de nuevo no paso mañana” fue la advertencia del recolector de basura.
Hombres, mujeres, jóvenes y niños bajaron las bolsas de basura con la esperanza de encontrar algo de comida, todos metieron las manos y casi todos pudieron llevarse algo a la boca. El hambre se convirtió, por algunos minutos, en un acto de agonía y desesperación.
“Mañana si no se ponen todos juntos aquí, me vuelvo a detener y los espero” señaló el chofer, mientras que cuatro niños sentados sobre la acera dijeron “debemos correr más duro”.
La angustia de los vecinos del lugar también se hicieron sentir, al mismo momento que encendían las luces de sus apartamentos para mirar aquel acontecimiento.
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