Aquí nadie puede negarse a dialogar, ya que, ante todo, la gran diferencia con los demás seres vivientes es la palabra. Debemos reconocerlo, porque así será para cuando se escriba la historia, de esta cruenta experiencia vivida por el país, desde los días cuando se amenazó con freír en aceite a un factor político, protagonista inocultable durante el siglo XX. Ha llegado la hora de desbaratar esta Torre de Babel, instalada en los traspatios de Miraflores. Dialogar siempre será una alternativa, y muy mal se vería, que desde el mundo opositor se rechace de plano esa posibilidad. Ya la Biblia en su Eclesiastés lo ha advertido sabiamente: para cualquiera que está unido con los vivos, hay esperanza; ciertamente un perro vivo es mejor que un león muerto.
Quizás el más interesado en este momento por dialogar, sea quien no desea aparecer como un felino sin vida, y allí está el merecumbé del asunto, porque bastante lodo ha corrido en el tremedal de la intransigencia, intolerancia y violaciones al estado de derecho establecido en nuestra constitución, por parte de este sector que ahora anda desesperado, blandiendo como su única tabla de salvación, la bandera del cacareado diálogo, vendido como espejito nuevo por el españolito con cara de Cura, del viejo imperio de calavera y espada. De manera que habrá que pensarlo dos veces, a la hora de meter los pies de bajo de la mesa dialogante, no vaya a ser que la zancadilla ejecutiva, nos deje en el piso.
La Mesa de la Unidad Democrática, debe saber que ese camino dialogante, de por sí, es pedregoso y resbaladizo. Quienes están en las colas buscando alimentos se la tienen jurada a Nicolás, y si no han roto filas, es porque pacientes esperan ir hacer de nuevo la cola, ahora sí definitiva, para salir de una vez por todas de este gobierno. Quienes andan con el alma rota, porque sus hijos y hasta sus nietos, un mal día, la crisis se los arrebató de su entorno familiar, y hoy solo los ven por las redes, también esperan a Maduro en la bajaita, para darle su merecido. Incluso los familiares, de quienes están detrás de las rejas por haber denunciado este estado de cosas, ya prendieron las alarmas con el conversatorio propuesto.
Dialogo, sí, pero, aunque los altos dirigentes de la MUD lo hayan dicho, hay que ratificar que el Referéndum Revocatorio Presidencial, no se dialoga, porque las conquistas establecidas en la carta magna no se discuten. Incluso, se debe ir a la mesa de diálogo, con la firme decisión de hacerle ver al gran responsable de nuestra tragedia, que, de no haber Referéndum en el 2016, tampoco habrá paz social ni política. También habrá que aclararle al incapaz, que no puede haber diálogo con Leopoldo López y demás presos políticos tras las rejas, y que esta condicionante no está sujeta a ningún intercambio de prisioneros, ya que la condición de reos políticos, ha sido impuesta por el carácter represivo de su gobierno.
Discutir si la mesa es triangular, cuadrada o redonda, si los dialogantes se reúnen en Santo Domingo, en Miraflores o en el Capitolio, es materia de los facilitadores del encuentro, pero territorio conquistado no se entrega. En consecuencia, se debe ir a discutir con la firmeza de que, si el pueblo les entrego estos 112 diputados, fue para avanzar en el cambio democrático, sin tapujos ni medias tintas. Ellos son la crisis y no parte de la solución, de tal forma, que cualquier salida intermedia, donde se ponga en peligro la posibilidad de darle a los venezolanos un nuevo gobierno, sería más trágico y desastroso que las derrotas sufridas por la oposición, desde los días del golpe de Estado, el paro petrolero y la abstención electoral del 2005.
Okey, aceptemos el diálogo, pero teniendo bien claro, que ellos arruinaron a este país, violentaron la unidad familiar, se robaron a través de la corrupción los dólares de la patria, asesinaron a estudiantes como Bassil D´Acosta; y por no dejar, pretenden seguir conduciendo al país, por el camino infernal de los CLAP y la Unión Cívico Militar. Okey, aceptemos el diálogo, pero en el entendido de que cualquier flaqueza, será tan dantesca para el pueblo venezolano, y para la dirigencia opositora, como la continuidad del mismo gobierno con o sin Nicolás Maduro.
DC / Douglas Zabala / @douglazabala