Venezuela es un país de muchas aristas culturales que hacen en el marco de una democracia en desarrollo, (de origen rural en sus inicios) ciudadanos, familias y comunidades con conciencia moral y ética que les ha permitido su ascenso en sociedad basado en el trabajo y la educación. El populismo tradicional es visto con profundo rechazo, hoy en día es el peor enemigo que cabe resaltar desmiembra al actual gobierno que preside el Sr. Nicolás Maduro.
Si bien, a la luz del facilismo de esta revolución populista se levanta un pueblo con dignidad que decidida a un cambio, vienen formulando formas de contrarrestar tanto malestar generado por políticas erróneas; pero alerta: “bien diseñadas” para los fines del empobrecimiento y sumisión social. Es así, que la esperanza del «bravo Pueblo» no abandona la valentía y la tenacidad de una Nación que se niega a ser sometido por bucaneros y forajidos ajenos a la conciencia de nación que exige un pueblo para desarrollarse.
Lo básico, lo natural es la suma colectiva de energía que se necesita para las confrontaciones necesarias. El debate real, con los ciudadanos es necesario. Las asambleas de los ciudadanos, las diferentes formas de comunicarse e informarse son validas hasta que no sean manipulas o esgrimidas con el miedo que refleja un anonimato que entristece el espíritu de lucha real que requerimos los venezolanos. (Respetando claro está, la prudencia o el peligro de muerte).
Es así que la complejidad de nuestra sociedad, no está esgrimida en los discursos de los políticos de hoy, el país requiere de soluciones sencillas que garantizan los Derechos Humanos, la Prosperidad, la Paz y el Éxito de estos, sus familias y las comunidades. Gobernar y facilitarle la vida de la gente más que vastos proyectos, es procurar el funcionamiento social que proporcione una existencia y la coexistencia de una profunda convicción y fe en los valores sociales, como la Justicia y el castigo al infractor.
Es por ello que la Revolución tan cacareada y la democracia de sectores de oposición no logran acomodo en el espíritu popular. Una carece de legitimidad y la otra de credibilidad. La transformación de un modelo controlador a un modelo facilitador. De un gobierno o un Estado perseguidor a una vida de apoyo y crecimiento es prioritaria. Una realidad exitosa, no se logra con importaciones de formas de gobernar y menos las que han demostrado su fracaso histórico por donde ha pasado. (Cuba, Rusia, entre otros)
Finalmente, seguir en el juego de escoger o seleccionar el menos malo es frustrante y perverso ante los niveles heredados por el actual gobierno. Venezuela en su gran capacidad y creatividad logramos visualizar en sus líderes huellas de tal ingenio. La social democracia de Betancourt, el Gobierno de amplia base de Leoni, el socialismo democrático del MAS y hoy el Estado Psicosocial Latinoamericano, son muestras que sin duda, nos caracteriza como un pueblo capaz.
DC / Dr. José Pons B / @joseponsb / Movimiento de Ascenso Social.