489 años cumple este martes Santa Ana de Coro, un aniversario de su fundación como ciudad establecida en el territorio que, aunque invadido, la historia no ha logrado reseñar que en ese suelo se hubiera suscitado un encuentro violento entre el español Juan de Ampíes y el gran Cacique Manaure en ese primer instante. La imponencia del Diao líder de los caquetíos inspiró respeto en el invasor, aunque más tarde se aprovechara de su bondad para apoderarse de las tierras y la riqueza.
Coro, ciudad pacifista por excelencia, pero luchadora y así lo destaca la historia con cada hito y cada personaje que ha parido esa cálida tierra.
La capital del estado Falcón, fue bautizada el 26 de julio de 1527 como Santa Ana de Coro, un sitial de gran importancia política, religiosa y cultural, no sólo en Venezuela sino también para Latinoamérica y el mundo: primera capital del país, primera sede obispal de la iglesia católica en suramérica y el primer conjunto urbano de arquitectura tradicional venezolana en ser reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1993.
Fue allí, en pleno corazón coriano donde se dio el grito de ¡Viva la Federación!, y donde Francisco de Miranda, tras llegar al puerto de La Vela, donde izó el tricolor nacional en una edificación, con el orgullo patriota.
Alí Primera nació en Coro, aunque su vida se le asocie a la península de Paraguaná donde creció. Esta tierra también vio nacer al Chema Saher, joven que desafió los intereses políticos de su propio padre para alzar su espíritu revolucionario, y figura emblemática que junto a otros tantos falconianos y venezolanos se adentraron en las montañas de Falcón en el movimiento de guerrillas que defendía la independencia.
Esas callejuelas antiguas, hoy empedradas que lucen en las fotografías del casco histórico, fueron cómplices de José Leonardo Chirino y Josefa Camejo en sus planes libertarios e independentista, custodiada por la serranía y sus dorados medanales.
Coro, donde el cielo es un lienzo en el que se funden tantas armonías de colores y brillos a cualquier hora del día. Inspirando a sus propios artistas y a quienes se dejaron seducir por la magia quedándose en la ciudad o sus alrededores.
No en vano le han denominado la “ciudad museo”, porque en cada rincón hay un poco de historia, de arte, religión con sus tantas iglesias y manifestaciones religiosas, de cultura popular, de música como el tambor coriano de Olga Camacho y su Camachera o de su Orquesta Sinfónica; de hombres como Jesús “Chucho” Coello (Premio Nacional de Cultura 2014) que aún siguen amasando el barro con sus manos para conservar la construcción tradicional que hoy llena de orgullo al coriano de su ciudad patrimonial.
Santa Ana de Coro es su gente, hospitalidad que se endulza con un dulce de leche, que tiene ritmo de tambor, serena como la brisa que acaricia los medanales, cálida como el sol que la broncea cada día.
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