Ciudadanos de la Gran Caracas se han visto afectados por la calidad del agua que reciben proveniente del embase de Camatagua. Las denuncias son múltiples de varios sectores que han visto afectado no sólo su salud, sino el de sus mascostas.
Así lo denunció Carlos Padilla quien se dedica a la cría de peces alevines y que se han visto afectados al cambiar el agua de las peceras, muriendo en un solo día más de 160 peces, la misma situación se les presentó a otros clientes suyos.Los peces murieron ahogados y con la boca abierta, indicio de falta de oxígeno o de exceso de amoníaco.
Los medidores de valores coincidieron con las pistas iniciales: el amoníaco alcanzó 4,8 miligramos por litro, cuando lo acostumbrado para un acuario de agua dulce es que no pase de 0,1 miligramos por litro. Ese mismo fin de semana en las peceras de varios clientes de Padilla de Montalbán, Catia, Caricuao, Candelaria y Altamira agonizaron más ejemplares de forma similar. “Después de eso he seguido haciendo mediciones al menos mensualmente con mis propios equipos, y aunque el agua no ha llegado a tener los mismos niveles de amoníaco, sí está llegando a 2,2 miligramos por litro, que sigue siendo elevado para los animales. Estoy utilizando un producto importado llamado Seachem Prime, que normalmente se usa en los acuarios para reducir el cloro, pero en este caso lo uso para quitar el amoníaco”, cuenta el hombre, quien tiene más de 7 años dedicado a la cría y cuidado de especies acuáticas.
Según expertos la contaminación por amoníaco de las aguas del embalse se deben a materia orgánica proveniente de residuos animales y heces fecales humanas. También advierten de la falta de oxígeno en el embalse, como resultado del crecimiento descontrolado de material vegetal.
El azul dio paso a la espuma viscosa entre marrón y verde. Las aguas cristalinas con las que alguna vez se identificó a Camatagua ya no existen. La inmensidad que se presencia desde las laderas que rodean al embalse es verde, incluyendo el agua.
El verdor del embalse tiene una razón clara: la materia orgánica que recibe funciona como fertilizante y promueve el crecimiento de algas microscópicas y macroscópicas. A este proceso se le llama eutrofización.
José María de Viana, ex presidente de Hidrocapital, explica que la transparencia del agua permite la entrada de los rayos solares y por lo tanto la oxigenación a través de la fotosíntesis de las plantas: “En un cuerpo eutrófico, la alta cantidad de organismos microscópicos impiden que pase la luz solar y la parte inferior del embalse comienza a quedarse sin oxígeno. Hay un montón de vida en el fondo que se muere”.
“En el contexto del proceso (de potabilización) se generan problemas de formación de natas, en mezcla lenta, disminución de la eficiencia de filtración, y, en definitiva, problemas de calidad en el agua tratada”, advierten los analistas.
El problema con esos valores, dice De Viana, es que no hace falta que en promedio hayan sido elevados. “La gente no se toma el promedio del agua que recibe en un mes, con que haya un momento del día en el que hayan recibido un agua mala es suficiente. Por eso la calidad del agua es un asunto de salud pública”, opina el experto.
Inversión insuficiente
Los ingenieros de la consultora recomendaron agregar un proceso adicional de tratamiento para mejorar la calidad del agua procesada. Esto podría lograrse a través de procesos de preoxidación con dióxido de cloro o con ozono.
“El tratamiento mediante dióxido de cloro aporta un gran poder oxidante, alguicida y bactericida, elimina el color y controla olores y sabores. El tratamiento de ozonización permite la eliminación de compuestos tanto orgánicos como inorgánicos reduciéndose olores, colores, sabores y turbiedad del agua”, explican. Para estas renovaciones, sería necesario ampliar la potencia de los transformadores que dan electricidad a Caujarito.
Sea cual sea la solución que se tome para mejorar la calidad del agua que se recibe en Caracas y en más de la mitad de los Valles del Tuy, no arrojará resultados inmediatos.
“El ozono es bueno y mejor que el cloro, desde el punto de vista de eliminación de virus. El problema es que es más costoso y hay que producirlo en el sitio y en el momento”, aclara Griselda Ferrara, ingeniero químico especialista en calidad del agua de la Universidad Central de Venezuela. Ernesto González, jefe del laboratorio de Limnología de la UCV, apunta a un tratamiento primario que ataque el mal estado del embalse de Camatagua. “Hay que mejorar el tratamiento de las aguas servidas para que no lleguen directamente al río y deriven luego al embalse, y hay que culminar las obras del sistema de riego porque podríamos utilizarlo como filtro biológico por donde pase el agua antes de ir a la planta de tratamiento y que retenga todos los organismos vegetales. Por otro lado, hay que proteger la cuenca, reforestarla y prohibir el vertido de aguas contaminadas”.
Mientras tanto, para protegerse en casa, Arnoldo Gabaldón, primer ministro de Ambiente de Venezuela, ofrece dos opciones: filtrar y hervir el agua que se recibe por más de 10 minutos sin agregarle cloro para eliminar los posibles patógenos que contenga, o comprar agua a las embotelladoras, aunque admite que no todas están sometidas a control de calidad.
DC|EN