El ensañamiento contra Copei no tiene precedentes. La persecución brutal del estado venezolano contra un noble partido político con 70 años de historia; en donde conviven varias generaciones, abuelos, hijos y nietos unidos por un sueño de país, comprometidos con un hermoso proyecto de sociedad inspirado en la familia, la justicia social, el bien común y la dignidad de la persona humana es de una perversión vomitiva.
Al partido Copei le ha pasado de todo en el último año y medio. Desde el día que subscribimos el documento de la transición junto a Leopoldo López, Antonio Ledezma y Maria Corina Machado la jauría oficial se lanzó feroz contra una institución fundamental de la democracia venezolana. Bien pudieron haberse conformado con pasarle factura a este modesto servidor; pero eso no les bastó; fueron por todos, nos dejaron sin diputados, nos vejaron con ofensas de todo tenor, solicitaron formalmente nuestra ilegalización ante el CNE , nos abrieron proceso penal por supuesta conspiración y nos sancionaron con seis decisiones judiciales sin darnos nunca el derecho a la defensa.
Quienes quieren una Venezuela democrática deben sentirse satisfechos por saber que Venezuela cuenta con un partido como Copei. Copei es el único partido que, a pesar de ser intervenido judicialmente, el Gobierno no pudo colocar en su órbita, como lo logró con otros partidos. Copei se mantuvo leal a la Unidad a pesar de que los señores de la Junta Ad Hoc impuesta por el TSJ y quienes la mueven tras bambalinas, intentaron inscribir candidaturas aparte, llegando al extremo de demandar a la MUD ante la sala constitucional para arrebatarle diputados a la Unidad.
Pasado un año de intervención judicial y coincidiendo con el vencimiento del periodo de las autoridades electas en el 2012, la dirigencia del partido promovió su proceso electoral interno. Ese era el mecanismo político y jurídico para liberarnos de la intervención judicial. Lo insólito es que sin haber ningún recurso contra esas elecciones en el TSJ, actuando de oficio, por libre y arbitraria iniciativa, la sala constitucional decide anular esas elecciones y no conforme con eso ratificar a su Junta Ad Hoc dándole aún más poderes para hacer y deshacer.
Como bien lo han señalado varios juristas la intervención a Copei es ilimitada e inacabada en el tiempo. Esta decisión de oficio del TSJ, demuestra que lo de Copei no es un conflicto interno sino una agresión inescrupulosa del Gobierno contra nuestro partido. Que lamentablemente haya algunas individualidades que se han puesto al servicio de este régimen no es culpa de Copei, como tampoco lo es, la mediocridad de quienes sienten que esta dolorosa circunstancia es su oportunidad para conquistar espacios internos.
La presidenta del TSJ, Sra Gladys Gutierrez, lo de magistrada le queda grande, ha asumido como una causa personal la tortura a Copei. Su nivel de sadismo es patológico. No es un secreto que ella asumió como suya la vendetta contra Copei. Según ella el régimen tiene que pagar favores, y eso pasa por golpear de esa forma tan desproporcionada a la Democracia Cristiana y ratificar a su Junta Ad HOC validando todo lo que esa junta haga.
Evidentemente en el caso Copei, como bien lo dijo la ODCA, estamos en presencia de una nueva forma de proscripción de un partido político. Por ello, el verdadero Copei desconoce esa sentencia. Sin perder de vista su condición de dama; me permito decírle a la Sra Gladys Gutierrez: No hay peor crimen que valerse de la justicia misma para violar derechos humanos.
En el horizonte copeyano solo queda bregar con entrega por el cambio político que permita anular esta y todas las decisiones inconstitucionales del TSJ. Afortunadamente ese cambio está cerca.
DC /Roberto Enríquez / Presidente de Copri/ @robertoenriq